Con un 40 por ciento de los establecimientos en su rubro cerrados, y una existencia limitada en el resto que intenta mantenerse en plena actividad comercial, las zapaterías no inician con buen pie la temporada escolar.
Por: Freddy Omar Durán | Diario La Nación
Hay una variedad de precios que oscila entre los 400 y los 3 mil Bolívares Soberanos, y sin mayor problema para conocer los mismos de cada artículo, pues están debidamente etiquetados como el Sundee lo exige.
Otras eran las épocas en que los padres se inclinaban más por marcas que por precios buscando que los zapatos de sus hijos pasaran indemnes al menos todo un periodo escolar.
Hoy en día el bolsillo manda, y no son pocos los que se rinden antes de dar la lucha, pues el promedio de un par de calidad sobrepasa el salario mínimo, y tomando en consideración que en los hogares acogen al menos 2 estudiantes, la factura familiar se infla.
Pero aunque los padres no tuviesen problema con el precio, si lo van a tener con la existencia pues no hay disponibilidad de todas las tallas.
Como comentaron varios administradores de zapaterías, se está trabajando con la existencia del mes de marzo, pues hasta los momentos las tradicionales fábricas nacionales no han contribuido a la renovación del inventario.
Otra sorpresa con la que se encontrarán los consumidores es que muchas de las tiendas que preferían para hacer sus compras, y que les ahorraba horas de búsqueda por otros lados, han cerrado. Una de esas famosas zapaterías ubicada en plena esquina de la Quinta Avenida, abrió una de sus santamarías, muy cerca de la cual hay una mesa con solo dos o tres pares de zapato en remate mientras el resto del espacioso local permanece desolado y en penumbras.
Las zapaterías que no han cerrado, se mantienen en pie de lucha, y no faltó el administrador que subrepticiamente confesara, que razones no faltaron para no abrir; pero desistieron pues eso significaría devaluar la marca de sus negocios que tanto les costó. De otra parte, estos negocios se han visto también afectados por la reducción de personal, y muchos de quienes antes estaban “detrás de las vitrinas” han tenido que asumir directamente las funciones de venta.
Por supuesto que la otra opción de los padres de familia venezolanos ha sido ir de compras escolares a Cúcuta, donde la situación es totalmente opuesta a la vista en San Cristóbal: el secreto está en recorrer muchos locales donde calzado de calidad puede conseguirse a precios por debajo del salario mínimo venezolano, aunque también los hay muy inalcanzables, llegando a costar hasta sesenta mil pesos, y mucho más…