En días pasados, caminando por el centro histórico de Bogotá me tropecé, literalmente hablando, con un viejo conocido, recién llegado de España, y a quien no veía desde hacía tiempo. Después del apretón de manos y típicos saludos propios de estos encuentros, tan inesperados como agradables, y ya sentados cómodamente dentro de una cafetería cercana, en la calle 8, dirigimos nuestra conversación, sin mayor esfuerzo, a la actual tragedia por la que pasa Venezuela. Sin haber aún terminado el primer café de la tarde que apenas comenzaba, caímos en el éxodo cruel al que están siendo empujados los venezolanos y, sin darnos cuenta, en Zapatero, Sánchez, Iglesias, Errejón y compañía. Cruzar la acera de Venezuela a España en política, se hace cada día mas fácil, pero sobre todo inevitable.
Aunque ya estando allí situados, tratar de poner sobre la mesa el tema de los primeros ciento veinte días de gobierno de Sánchez, haciendo énfasis en el tema de Franco, en las irregularidades detectadas en sus estudios de posgrado o en los del actual líder del PP o de otros funcionarios, de ambos bandos, excomulgados recientemente de la política por la misma causa, era una tentación muy grande de mi parte, casi tanto como el pastel de chocolate, con crema, que el camarero acababa de servirle a mi contertulio, la misma quedó hecha a un lado con sus primeras palabras de referencia, al mismo tiempo, casi, con que terminaba de saborear su primer bocado. No puedes ver el asunto así de esa manera tan simple, me dijo con aire jactancioso.
Estos primeros cuatro meses del gobierno de Sánchez o de los dos apóstoles, como ya lo llaman algunos, han sido de ineficiencia total, y en eso coincido contigo, continuo explicando mi amigo, pues ni siquiera el asunto del independentismo ha bajado de intensidad, como algunos españoles esperaban. Pero ni eso, ni el Valle de los Caídos, ni el vergonzoso pugilato por defender lo indefendible en sus respectivos currículos universitarios, pueden ser vistos como algo inesperado o al azar, como hechos imprevisibles, puntualizó.
Pero que me quieres decir, a que te refieres concretamente, le interrogué impaciente. A quien si lo vio venir y dejó que viniera; a lo que yo llamo la venganza de Rajoy, aseguró mi contertulio, en tono irónico,mientras bebía otro sorbo de café. ¡Rajoy!, ¡venganza! de que me hablas, le contesté de inmediato. A que Rajoy sabia, pues no era difícil de visualizar, que la situación política de España no seria fácil para ningún gobierno y por eso se lo dejó en bandeja a los socialistas. Oye, le repliqué, eso no es cierto, recuerda que Rajoy sale por un voto de censura iniciado por Sánchez y apoyado por el resto de los partidos de izquierda e independentistas.
Formalmente es así, oí como apenas me susurraban del otro lado de la mesa, pero no me vas a negar que pudo evitarlo. ¿Como? Le pregunte casi sin dejarlo terminar, mientras le argumentaba algo que Rajoy había dicho en su momento al respecto. Eso lo dijo, es verdad, corroboró mi interlocutor, pero lo que no es completamente cierto es el hecho de que Sánchez hubiese alcanzado la presidencia si Rajoy hubiese disuelto las Cortes y convocado a elecciones un par de días antes de que la moción de censura fuese votada. O es que acaso Rajoy no sabia que la iba a perder, me respondió a modo de pregunta, mientras pedía un vaso de agua. Y que ganaba con eso, le pregunté a mi vez. Rajoy nada, quizás unos meses mas en la presidencia, sin poder de de decisión, con las manos atadas, me reprochó sin mas mi compañero de tertulia; pero quien sabe si alguien distinto a Rajoy o a Sánchez, hubiese llegado a la Moncloa con unas elecciones en marcha, dijo astutamente mi compinche de tertulia, como si estuviese pensando en alguien en particular.
De cualquier modo, prosiguió, confirmando, mas que afirmando, no te voy a garantizar, pues nadie puede, que eso fuese a ser así; pero en todo caso, el punto no ese, sino que Rajoy prefirió rendirse de una vez y dejarle el camino libre a Sánchez. Con que propósito, asenté. Pues para que los españoles, me alegó, comparasen lo que había sido su gobierno, con el de los socialistas, conociendo como conocía lo que se les venia encima, y de ese modo se diesen cuenta, de que el suyo, el de Rajoy, no había sido tan malo como sus críticos aseveraban, al igual que la corrupción, no era exclusiva del PP.
Por un rato me quedé pensativo, mientras mi amigo pedía la cuenta. O sea, que según tu tesis Rajoy se vengó de los españoles, le espeté crudamente a manera de conclusión inquisitiva. No en el modo que tu lo dices, me corrigió, creo que fue una revancha anticipada, es decir, que si los españoles querían sentir como les iría con un gobierno de Sánchez, para que esperar tanto, mejor probar con uno corto, lo que le quedaba del periodo a él, como presidente, que con uno largo de cuatro años o más. Adicionalmente, fue un desquite con sus compañeros de partido acusados de corrupción, quienes ahora tendrán que seguir lidiando con los jueces, mientras Pedro y Pablo dictan preceptos de moralidad.
Previó entonces Rajoy, igualmente, todo este lío de las tesis, dije a manera de reflexión mas que de pregunta. No todo, evidentemente, aseguró mi amigo, no creo que conociese lo del libro y el doctorado, aunque en estos asuntos nunca se sabe, advirtió mirando el reloj. Y la ex vicepresidenta, dejé caer en el aire, mientras nos levantábamos de la mesa. Un daño colateral, impensado por lo del máster de Casado; un verdadero error de cálculo.
Afuera hacia frío; nos despedimos con la promesa incierta de volver a encontrarnos en algún otro momento, en algún otro lugar.
@xlmlf