Actualmente, por causa del plástico, la humanidad enfrenta un gran reto por la contaminación severa de mares y océanos. Se estima que unas 300 millones de toneladas de plástico se desechan cada año. Este inmenso problema altera la vida marina e incluso podría dañar la cadena alimenticia, por lo que urge tomar medidas al respecto desde una perspectiva internacional. El problema se ha convertido en un asunto global ya que no solamente son las costas, sino que las aguas internacionales están siendo las más afectadas; en efecto, en sitios puntuales del Océano Pacífico se acumulan grandes cantidades de plásticos, debido a que estos son arrastrados por las corrientes marinas y llegan a constituir inmensas islas flotantes. Según cifras de 2010, la cantidad de plástico vertida en ríos y mares que fue a parar a los océanos, se estimó entre 5 y 13 millones de toneladas. La contaminación proviene mayormente de países emergentes, pero los países desarrollados también aportan, ya que sus sistemas de recogida y tratamiento del plástico, son deficientes.
El problema mayor existe con los microplásticos (pedazos entre 5 y 1 mm). Estos se originan por el desmembramiento de piezas mayores, hecho que ocurre primero en las playas, donde son arrojadas millones de botellas, bolsas de plástico, diversos, juguetes, y otros objetos. En las playas la degradación es mucho más rápida, por causa de la radiación UV y las temperaturas más altas, que en relación a lo que ocurre mar adentro; este proceso también lo favorece el viento. Los microplásticos son ingeridos por peces, aves marinas, cetáceos, etc., ocasionándoles problemas de salud, no solamente a los animales, sino que también se introducen en nuestra cadena alimenticia. Este panorama se agrava porque los plásticos tardan muchos años en degradarse hasta su desaparición, dependiendo de la materia prima de la que fueron hechos; así, en tanto que el polietileno de baja densidad tarda alrededor de 150 años, el PET puede dilatar hasta mil años.
Según los especialistas: “Se estima que esta isla de basura, situada en el sector centro-norte del Océano Pacífico, tiene aproximadamente 1 millón y medio de kilómetros cuadrados de superficie, es decir, una extensión de 1,5 millones de kilómetros cuadrados de océano cubierto de toneladas y toneladas de basura, sobre todo de microplásticos flotando en suspensión en la columna de agua”. Estas islas se forman debido a los grandes giros que realizan las corrientes oceánicas por acción de la rotación terrestre; de esta manera los residuos platicos quedan atrapados sin poder salir.
Este descomunal problema, aparentemente sin solución hasta ahora, parece que va camino de resolverse gracias a la perspicacia de un joven holandés. Desde el año 2014, diversos medios mundiales se hacían eco de esta iniciativa que fue cogiendo cuerpo y logrando el financiamiento de muchos mecenas del mundo. Ello permitió, constituir un equipo científico de alto nivel, investigar, ensayar, realizar un prototipo, hacer pruebas y comenzar el proyecto a inicios de este mes de septiembre. Boyan Slat, comenzó a sus 19 años a exponer este proyecto, que consiste en un gran flotador en forma de tubo de unos 600 metros de longitud que recoge la basura plástica que encuentra a su paso. Una cortina de tela de 3 metros de profundidad, que cuelga del flotador, ayuda a recoger los residuos plásticos ubicados por debajo de la línea de flotación, incluso los microplásticos (más abajo de los tres metros la fauna marina se desplaza sin consecuencias). La estructura aprovecha la acción del viento y las olas para ganar impulso, facilitando la recogida de desperdicios.
Se calcula que existen cinco grandes acumulaciones de residuos. El mayor de ellos, llamado el “gran basurero del Pacífico”, flota a la deriva en el Pacífico Norte, entre California y Hawai. El sistema Boyant es una especie de gran aspiradora, y podría acabar con cerca del 50% de la basura plástica en tan solo 5 años. Hay que probar en la práctica la efectividad del sistema, en tanto que algunos científicos dudan de sus bondades, por el bien de la humanidad, ojalá tenga éxito.
Miguel Méndez Rodulfo
Caracas 28 de Septiembre de 2018
Actualmente, por causa del plástico, la humanidad enfrenta un gran reto por la contaminación severa de mares y océanos. Se estima que unas 300 millones de toneladas de plástico se desechan cada año. Este inmenso problema altera la vida marina e incluso podría dañar la cadena alimenticia, por lo que urge tomar medidas al respecto desde una perspectiva internacional. El problema se ha convertido en un asunto global ya que no solamente son las costas, sino que las aguas internacionales están siendo las más afectadas; en efecto, en sitios puntuales del Océano Pacífico se acumulan grandes cantidades de plásticos, debido a que estos son arrastrados por las corrientes marinas y llegan a constituir inmensas islas flotantes. Según cifras de 2010, la cantidad de plástico vertida en ríos y mares que fue a parar a los océanos, se estimó entre 5 y 13 millones de toneladas. La contaminación proviene mayormente de países emergentes, pero los países desarrollados también aportan, ya que sus sistemas de recogida y tratamiento del plástico, son deficientes.
El problema mayor existe con los microplásticos (pedazos entre 5 y 1 mm). Estos se originan por el desmembramiento de piezas mayores, hecho que ocurre primero en las playas, donde son arrojadas millones de botellas, bolsas de plástico, diversos, juguetes, y otros objetos. En las playas la degradación es mucho más rápida, por causa de la radiación UV y las temperaturas más altas, que en relación a lo que ocurre mar adentro; este proceso también lo favorece el viento. Los microplásticos son ingeridos por peces, aves marinas, cetáceos, etc., ocasionándoles problemas de salud, no solamente a los animales, sino que también se introducen en nuestra cadena alimenticia. Este panorama se agrava porque los plásticos tardan muchos años en degradarse hasta su desaparición, dependiendo de la materia prima de la que fueron hechos; así, en tanto que el polietileno de baja densidad tarda alrededor de 150 años, el PET puede dilatar hasta mil años.
Según los especialistas: “Se estima que esta isla de basura, situada en el sector centro-norte del Océano Pacífico, tiene aproximadamente 1 millón y medio de kilómetros cuadrados de superficie, es decir, una extensión de 1,5 millones de kilómetros cuadrados de océano cubierto de toneladas y toneladas de basura, sobre todo de microplásticos flotando en suspensión en la columna de agua”. Estas islas se forman debido a los grandes giros que realizan las corrientes oceánicas por acción de la rotación terrestre; de esta manera los residuos platicos quedan atrapados sin poder salir.
Este descomunal problema, aparentemente sin solución hasta ahora, parece que va camino de resolverse gracias a la perspicacia de un joven holandés. Desde el año 2014, diversos medios mundiales se hacían eco de esta iniciativa que fue cogiendo cuerpo y logrando el financiamiento de muchos mecenas del mundo. Ello permitió, constituir un equipo científico de alto nivel, investigar, ensayar, realizar un prototipo, hacer pruebas y comenzar el proyecto a inicios de este mes de septiembre. Boyan Slat, comenzó a sus 19 años a exponer este proyecto, que consiste en un gran flotador en forma de tubo de unos 600 metros de longitud que recoge la basura plástica que encuentra a su paso. Una cortina de tela de 3 metros de profundidad, que cuelga del flotador, ayuda a recoger los residuos plásticos ubicados por debajo de la línea de flotación, incluso los microplásticos (más abajo de los tres metros la fauna marina se desplaza sin consecuencias). La estructura aprovecha la acción del viento y las olas para ganar impulso, facilitando la recogida de desperdicios.
Se calcula que existen cinco grandes acumulaciones de residuos. El mayor de ellos, llamado el “gran basurero del Pacífico”, flota a la deriva en el Pacífico Norte, entre California y Hawai. El sistema Boyant es una especie de gran aspiradora, y podría acabar con cerca del 50% de la basura plástica en tan solo 5 años. Hay que probar en la práctica la efectividad del sistema, en tanto que algunos científicos dudan de sus bondades, por el bien de la humanidad, ojalá tenga éxito.
Miguel Méndez Rodulfo
Caracas 28 de Septiembre de 2018