No partimos de cero, sino de fatales de errores que han degradado a la oposición: 1. Ha disminuido el tamaño de su influencia, 2. Se ha encogido su presencia en franjas institucionales que aún sobreviven al autoritarismo.3. Ha abandonado, sin plan alterno, un terreno donde cuenta con fortalezas activas y potenciales, el electoral 4. Ha perdido capacidad de movilización. 5. Carece de herramientas para ejercer presión interna y presentar una amenaza creíble al régimen.
La falta de unidad no es la causa principal del debilitamiento, sino el pensar extremista, que ha arraigado como opinión común. Por falta de un rumbo claro, ha ido prendiendo socialmente. Casi todo el liderazgo mayor sucumbió a él o se inhibió ante ficciones como el abandono del cargo. Sólo se atrevió Falcón, que execrado irresponsablemente a la otra acera y partiendo de una base de sustentación muy pequeña, fue blanco de campañas para exacerbar la confusión, la desesperanza y la división.
El extremismo, descorrido el velo de su furia verbal, es lo contrario del radicalismo. Difunde intolerancia, una falsa pureza moral, principios aéreos y una engañosa forma de no hacer política basada en acciones simbólicas y testimoniales. El extremismo crea una mitología, apurado por ser el nuevo eje de la oposición, que sólo ha servido para endurecer al pranato oficialista, golpear disidencias y propiciar represiones. Le da a Maduro el oxígeno que quita a la oposición.
El desmoronamiento de la oposición, en vez de Maduro, comenzó cuando se fue dejando la estrategia exitosa. El régimen alambró los procesos electorales y la oposición martilló los clavos. Le entregó al régimen el derecho al voto y pateó el tablero que puede apuntalar más la protesta social y amplificar internamente la presión internacional. La oposición le puso candados a la puerta electoral que el régimen quiere clausurar.
Pero los extremistas le huyen a la conclusión lógica del abandono electoral: buscar el cambio por la vía armada, contra el sentir de la población y la recomendación internacional. Un camino catastrófico e inviable que diariamente tumba al régimen por arte del twitter y reanima la vana esperanza de sacar del sombrero de la calle una insurrección popular o desenlaces que no dependen de la oposición..
Urge una ofensiva de las fuerzas de cambio. Las iniciativas del Frente Amplio, valiosas porque intentan llenar un vacío, muestran las dificultades y limitaciones para crear una opción alternativa sólo desde el movimiento social.
La dirección de todo el espectro partidista debe encarar ya la superación de los factores debilitantes y restablecer su credibilidad asumiendo una estrategia común y las acciones concretas que le corresponden. La unidad posible, aun imperfecta, es mejor que esta dramático resbalón hacia papeles secundarios..
Los dirigentes políticos deben actuar antes que la espada de Damocles caiga sobre ellos. Es hora de dejar de hacer lo que el gobierno quiere. Los partidos tienen con qué y saben cómo, sólo deben liberarse del miedo al paredón de la redes y volver a la política real y a la gente.
Si se dejan convertir en fuerzas de omisión, las soluciones van a provenir cada vez más del exterior y la oposición interna va a quedarse sin derecho a silla si se logra imponer un proceso de transición.
@garciasim