La crisis política, económica y social venezolana, está en una fase de inestabilidad e ingobernabilidad, en la que se manifiesta una dispersión de los actores políticos, al mismo tiempo que la administración socialista aparece como incapaz de otorgar gobernabilidad al país. Hay además una crisis de credibilidad en el régimen liderado por Maduro, el cual es rechazado por más de un 80% de la población venezolana. Motivo por el cual, los factores democráticos que pensamos distinto al gobierno, estamos convocados a hacer frente común en unidad, a construir y articular fuerzas y nuevos consensos, que nos permita conducir a un gradual y brusco cambio gubernamental que dé origen al restablecimiento del hilo constitucional; atender con soluciones la crisis, mejorando entre otras cosas la calidad de vida de los venezolanos, renovando y haciendo un proceso de reingeniería del estado con nuevas instituciones.
Los líderes políticos y la sociedad civil organizada que lucha por un cambio en Venezuela, debemos comprender que estamos en presencia de un proceso histórico, frente a un modelo socialista, que fuera del marco constitucional, impone desde el estado una política de terror, cárcel y represión institucionalizada contra la disidencia venezolana, como método de lucha no democrático para acabar con el potencial de movilizaciones y protestas populares desarrolladas en todo el país desde el año 2017, minimizando toda una cultura democrática, anterior a los veinte años de la mal llamada revolución, que se guiaba por los patrones civilistas de la participación, el debate pluralista, el compromiso ciudadano y el respeto a la diversidad, en el marco de la constitución.
La reconstitución de la unidad democrática, del estilo político y la creación de un sistema de partidos lo suficientemente estable y legítimo, comprometidos con el país es una tarea impostergable que nos impone la realidad actual, para que juntos nos ocupemos de lograr el anhelado cambio estatal y de atender y dar respuestas concretas a los problemas que afectan hoy a todos los venezolanos.
La presión por el descontento social, hechos de corrupción y mala gestión gubernamental, dio origen a la renuncia de varios mandatarios latinoamericanos en los últimos 25 años. El Peruano Alberto Fujimori el 19 de noviembre del año 2000 renunció desde Tokio enviando un escrito al Congreso; El 7 de febrero de 1997 el Presidente de Ecuador, Abdalá Bucaram fue destituido por el Congreso de su país al ser declarado mentalmente incapaz de continuar en el cargo; El 29 de marzo de 1999 el Presidente de Paraguay, Raúl Cubas presentó su renuncia tras 7 meses y 13 días de mandato ante el Congreso de su país; El Presidente de Argentina Fernando de la Rúa presentó su renuncia el 20 de diciembre de 2001 en medio de una crisis económica que golpeó a los sectores populares; y Gonzalo Sánchez de Lozada fue presidente de Bolivia, únicamente 14 meses, renunció el 17 de octubre de 2003 tras multitudinarias muestras de descontento de los bolivianos; entre otros, que abandonaron sus cargos respetando el estado de derecho y la voluntad mayoritaria de su pueblo.
Freddy Paz
@freddyspaz