desde ayer la ciudad está en silencio.
se susurran palabras para definir la atrocidad.
y yo me aferro a eso,
porque si aún nos causa horror,
es porque no nos han vencido.
Alba Codutti
Un concejal metropolitano de Caracas, conocido por su buen comportamiento ciudadano, su rol de padre de familia, buen alumno en sus clases de derecho en la UCV, militante de un partido político democrático, además, por ser católico militante, es detenido un viernes por estar supuestamente incurso en un “magnicidio”. Había entrado a Venezuela por Maiquetía, venía de Nueva York donde reside su familia y allí había sostenido reuniones propias de su militancia política.
Regresó al país libremente, ingresó por Maiquetía, insisto. Es decir, “el peligroso magnicida” regresó al país sin temor, quizá creyendo que el que no la debe no la teme.
¡Oh sorpresa! Al tercer día “lo suicidan”. El día anterior abogados de su defensa habían hablado con él, de lo cual declararon públicamente; dijeron haberlo visto tranquilo y sin signos de maltrato. La audiencia, como de costumbre, se había diferido. Gajes del oficio que evidencian el mal estado, el pútrido estado en que se encuentra la administración de justicia en Venezuela.
Versiones oficiales: Reverol: “Encontrándose en una sala de espera, se lanzó por una ventana de las instalaciones”. Tarek Saab Jalabi: “Se lanzó por una ventana del baño”. Y ahora otra: “Se lanzó cuando era trasladado al tribunal”. Faltan otras versiones. ¿No es acaso esto una verdadera y dolorosa desgracia?
La peste que desgobierna en mi país no escatimará esfuerzos en seguir mintiendo para sostenerse en el poder. Ya le echará la culpa a cualquiera que se le antoje. Ya ese portento de la comunicación que dirige el arma blanca y roja llamada “la hojilla”, atribuyó responsabilidad a un dirigente importante de Primero Justicia, lo cual es falso, desde luego.
El mismo portal INFOBAE se encargó de desenmascararlo y ponerlo en su sitio, es decir, en esa letrina que conduce maliciosamente desde el pseudocanal del Estado.
Se llamaba Fernando Albán, y ojala su muerte sirva en buena medida para reunir y refundar en Unidad a los factores que adversan al régimen veinteañero que no cesa en su peligroso afán por acabar con el país. Sin unidad será imposible.
Aunque algunos ojos del mundo han volteado su mirada y algunas voces permanecen en grosero y cómplice silencio, observo con aprobación que la Iglesia venezolana pone en duda el “suicidio” de concejal y pide aclarar su muerte
El concejal murió en extrañas circunstancias, lo digo desde mis treinta años de graduado de abogado, lapso durante el cual algo habré aprendido, modestia aparte. Igual me asiste un poco de sentido común para sostener mi opinión, y desde luego, el análisis y la revisión de las consideraciones de expertos en la materia, las leyes y protocolos internacionales que deben seguirse y cumplirse al pie de la letra para descifrar lo que en verdad sucedió.
Hoy la Venezuela decente pide explicaciones y respuestas, sobre todo porque las versiones oficiales a priori, descaradamente anticipadas y sin fundamento, sin seriedad ni la necesaria responsabilidad al dar declaraciones públicas, al menos respetuosas con la víctima, su familia y sus allegados, han brillado con abismal opacidad y detestable sesgo.
La Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para DDHH exige aclarar la muerte de Fernando Albán. Por su parte el Grupo de Lima pide al Gobierno bolivariano una investigación con aval internacional sobre el deceso del concejal Albán, según comunicado que en ese sentido publicaran.
También la Conferencia Episcopal Venezuela asegura que los hechos que rodean la muerte de Fernando Albán generan “profundas dudas”.
Muchos sectores, organismos e instituciones del mundo se han pronunciado a favor de una investigación que aclare el asunto; no obstante saber que en Venezuela todos los poderes están secuestrados, y que el único que goza de legitimidad, la Asamblea Nacional, intentará hacer lo que pueda, lo que esté a su alcance ante ese tenebroso panorama, esta terrible realidad.
Se sabe que Chávez fue un enemigo de la democracia que consiguió destruirla desde su interior, un pésimo administrador con suerte que desperdició una posibilidad inédita de desarrollar a Venezuela. Socialmente, un militarista desquiciado que quiso pergeñar un Estado policíaco en permanente paranoia, que acabó fragmentando a toda una sociedad que ahora, sin el muerto, como nunca fanatizada, espera por tiempos más violentos.
Y esa realidad no va a cambiar si los factores de la oposición no se reagrupan para enfrentarla, anteponiendo intereses colectivos a los particulares, y por encima de todo, estableciendo las bases que permitan la unidad en la diversidad, salir de esta caverna, esta desgracia, y así de algún modo conseguir mejores condiciones de existencia.
Se trata de suprimir esta forma de morir a diario, este mudarnos sin irnos, la eterna oración, el sempiterno dolor, este hartazgo, esta ruina, este vacío…
Ayer se lo pedí al “gobierno”, y hoy lo hago a todos los venezolanos, a todos dije: detengan los ataques, piensen un poco en el dolor de la familia del asesinado concejal Fernando Albán, en sus amigos y compañeros de partido.
Han matado a un probado político opositor venezolano.
Requiescat in pace.
Jesús Peñalver