Hace 20 años, Clinton y Chávez tuvieron dos encuentros. ¿Qué ocurrió en esas entrevistas? Ahora comienzan a aparecer pistas que arrojan luz sobre lo que era “luna de miel” y terminó en distancia, desamor. ¿Cuál es la historia de esa relación? Así lo reseña alnavio.com
Por Juan Carlos Zapata
La primera reunión entre Hugo Chávez y Bill Clinton estuvo a punto de no producirse. Chávez se encontraba en Madrid. Estaba de gira por el mundo en calidad de presidente electo de Venezuela cuando el equipo recibió una llamada mediante la cual un funcionario del Departamento de Estado informaba que el encuentro corría el riesgo de cancelarse si Chávez mantenía el propósito de visitar La Habana. Puesto al tanto de la situación, Chávez, sin pensarlo dos veces, respondió que la cita con Fidel Castro era inaplazable. Más tarde, recibiría la confirmación de que Bill Clinton lo iba a atender en Washington.
Dos reuniones sostuvieron Chávez y Clinton. La primera en diciembre de 1998, en la Casa Blanca, en una sala continua al Despacho Oval, y la segunda en septiembre de 1999, en la sede de la ONU, Nueva York. De la de Washington no hay registro público de lo que allí se dijo y de cuál sería la impresión del presidente de los Estados Unidos ante aquel que era todavía una incógnita para líderes y países del mundo; incluso para la potencia mundial. Disponemos de algunas versiones de los acompañantes de Chávez. Y del insólito enamoramiento con Chávez del que fuera embajador en Caracas, John Maisto. De la segunda, la exsecretaria de Estado de Clinton, Madeleine Albright, aporta detalles en su reciente libro, Fascismo. Una Advertencia. Y queda claro que entre una y otra entrevista, Chávez todavía resulta un misterio, indescifrable o tal vez inclasificable para la diplomacia de los Estados Unidos. Y esto a pesar de que en 1999, la palabra y los hechos, delataban hacia dónde se encaminaba. Y esto resulta curioso si se toma en cuenta –en el libro hay suficientes pruebas de ello- que Albright es una aguda observadora de las situaciones, y también de los personajes. De hecho, cuando acompañó a Clinton en su viaje a Caracas en octubre de 1997, se percató, con acierto, de que al país lo estaba conduciendo un grupo de ancianos que más que política hacían “chapuzas” desde el Gobierno. Por un lado, el presidente Rafael Caldera había sustituido a otro anciano, Ramón J. Velásquez, que ocupó el cargo de manera interina cuando fue defenestrado Carlos Andrés Pérez en 1993. Por el otro, Caldera se sostenía en el poder en buena parte gracias al respaldo que le proporcionaba otro anciano, Luis Alfaro Ucero, jefe del principal partido de oposición, Acción Democrática.
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