“El que a hierro mata no puede morir a sombrerazos” (Refrán popular).
Cuando se habla de daños colaterales se está haciendo referencia a los perjuicios que se pueden causar de manera involuntaria o accidental, secundaria o indirecta, a partir de una actuación que está dirigida a generar otros resultados. Esa expresión normalmente es utilizada en el contexto de las acciones de guerra; y se produce un daño colateral, cuando la destrucción de un objetivo militar va acompañada de un efecto secundario que inicialmente no estaba previsto. En los conflictos armados este tipo de daño puede afectar a fuerzas amigas, neutrales o enemigas. Y en cualquier conflicto que se produzca, por muy liviano que sea, hay que contar siempre con que se ocasionarán daños colaterales.
Venezuela es un narco-estado. Los venezolanos estamos secuestrados por una dictadura mafiosa controlada por carteles de la droga, traficantes, contrabandistas y lavadores de dinero sucio, apoyados por un generalato de militares corruptos.
Durante los últimos 19 años este régimen castro-chavista-madurista ha destruido nuestro país. La violación del derecho de propiedad, la confiscación y expropiaciones de fábricas, fincas y haciendas decretadas por Chávez, se tradujeron en desabastecimiento de alimentos, medicinas y en hambre. La glorificación de la violencia por parte del gobierno, el robo, el saqueo y la destrucción de las instituciones, nos ha convertido en uno de los países con mayor índice de criminalidad del mundo. En 1999 el índice de homicidios fue de 19 por cada 100.000 habitantes, en 2017 fue de 97; y Caracas está a la cabeza del ranking mundial de capitales más violentas con 109 homicidios.
Los enormes ingresos petroleros (más de $2 Billones de dólares, equivalentes a casi 100 veces el costo del Plan Marshall) fueron derrochados y robados por los malandros del régimen. Y frente a la destrucción del aparato productivo, ahora están terminando de rematar a PDVSA, entregándola a precio de golilla a China y Rusia. El pago de la mil millonaria deuda con China, se prometió pagar a través de envíos petroleros a precio de mercado; y la deuda con Rusia fue garantizada con las acciones de Citgo. Además, la compañía china CNPC y la rusa Rosneft han asegurado la participación en activos que representan al menos el 15% del total de las reservas petroleras probadas de Venezuela. Sin embargo, debido a la insolvencia del país el Deutsche Bank se quedó con 90 toneladas de oro venezolano; y agencias de calificación y bancos de inversión han rebajado la calificación de la deuda venezolana a C y a D.
Ya son más de 3 millones los venezolanos que han huido del país buscando una mejor calidad de vida, escapando de la delincuencia y buscando oportunidades de estudio y trabajo. Hoy Venezuela ocupa el primer lugar en procesos migratorios y la solicitud de visas en EEUU, Canadá, España, Colombia, Brasil, Panamá, Argentina y Chile.
Durante estos años hemos hecho de todo para terminar con la dictadura: Protestar en las calles con guarimbas, marchas y plantones; presionar al gobierno y denunciarlo ante organismos internacionales; organizar movimientos unitarios y hasta dialogar. Pero la respuesta del régimen ha sido la burla, inhabilitación de partidos políticos, represión y persecución de líderes opositores, su detención, tortura, destierro y hasta asesinato; porque el régimen de Maduro es el de la violencia y las armas.
Más del 80% de los venezolanos queremos un cambio de gobierno, de modelo político y económico; 86% queremos salir de Maduro y de sus secuaces; y más de un 50% consideramos que en Venezuela se agotó una salida democrática. Los venezolanos solos no podemos rescatar nuestro país, necesitamos ayuda internacional y una intervención extranjera es inevitable.
Cualquier perjuicio o daño colateral que pueda producirse con una invasión humanitaria armada o militar, sería infinitamente inferior a todos los daños y desgracias que ha causado esta maldición chavista-madurista.
*Abogado
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@JMColmenares