El ratón muerto en el vino chino seguro luce asqueroso y los gusanos en el queso tienden a generar rechazo. Pero no hay nada más horrible para un paladar poco acostumbrado que un tiburón fermentado islandés. Es lo peor. O eso dice un experto.
“Sabe como masticar un colchón infestado de orina”, dijo Samuel West, quien, como curador del Disgusting Food Museum (Museo de Comida Repugnante), sabe bastante sobre alimentos desagradables.
“Es un tipo de tiburón islandés podrido y fermentado”, dijo. “Anthony Bourdain, la difunta personalidad de la televisión, lo llamaba la cosa más desagradable que había comido en su vida y estoy totalmente de acuerdo con él”, agregó.
Desde cabezas de conejos especiados hasta sopa frutal de murciélago, la colección, exhibida en la ciudad sueca de Malmo, busca desafiar las percepciones del gusto y ayudar a los visitantes a reflexionar sobre por qué algo abominable en una cultura es una exquisitez en otra.
Algunos visitantes lo pasan mal
“¿Alguien ha vomitado aquí en el museo? Sí, dos veces”, dijo West. Pero “está bien vomitar porque nuestras entradas no son realmente entradas, están impresas en bolsas para vomitar”.
Saltamontes, cocidos cráneos de animales y otras partes del cuerpo, incluyendo globos oculares, están exhibidos en fuentes o estantes.
Platos latinoamericanos incluyen sopa de tripas mexicana, o menudo, al igual que cobayos asados de Perú, conocidos como cuy.
Nichole Courtney, una visitante australiana, dijo que le sorprendió encontrar Vegemite, un sándwich de su país untado con extracto concentrado de hongos que genera amores y odios.
“Cosas como Vegemite que vemos como realmente normales en casa, que comeríamos todos los días para el desayuno, están al lado de cosas como el tiburón que no podría ni imaginar probar y pienso que es repulsivo, así que es bastante raro para nosotros”, dijo Courtney. Reuters