Siempre me he preguntado por qué el comunismo no ha sido proscrito en el mundo. No se trata de garantizar otra manera de pensar, ni una ideología más, el comunismo representa por naturaleza ruina, muerte y destrucción. Solo los países que lo padecen entienden, los otros miran desde lejos creyendo que están a salvo, pero nadie lo está en la medida en que se sigan tolerando en pleno siglo XXI ideas tan retrógradas como estas. No se trata tampoco de un problema de interpretación, los defensores del comunismo -gente que vive mayoritariamente en países capitalistas- van a sostener que el verdadero comunismo jamás ha existido. No me quiero imaginar si lo que hemos visto son los ensayos, cómo será el verdadero.
Algunos dirán que es muy radical mi planteamiento, que basta con que la gente no los vote. El problema es que estos farsantes no llegan al poder diciendo que son comunistas, llegan vestidos de progresistas. Solo hay que recordar cuando Fidel Castro desmentía ser socialista desde Sierra Nevada, afirmando que su sistema era “la democracia representativa” o más recientemente cuando un expresidente fallecido que todos conocemos sostenía que Cuba (una dictadura) y el representaban la llamada « tercera vía ». Son entonces una oferta engañosa que mucha gente se la cree. Llegan mintiendo y luego eternizan la mentira y se eternizan ellos en el poder.
La historia es más que elocuente, mejor dicho trágica sobre el balance comunista en el mundo. Si de ideologías mortales se trata, podemos decir que en el comunismo la única industria que funciona es la de la muerte. En esta era tecnológica quien no conoce la historia es porque no quiere, solo hay que escribir en Google lo que significó el « gran salto adelante » en la China de Mao (al menos treinta millones de muertos) Holodomor en Ucrania (cuatro millones de muertos) o la hambruna en la Camboya de Pol Pot (siente millones de muertos). El holocausto comunista no tiene parangón, si el fascismo inventó la industria de la muerte, el comunismo la perfeccionó. Lo peor: la cuenta no se detiene. Todos los días se suma una víctima más y nadie hace nada por detener un desastre que lleva muchos años.
Es aquí entonces cuando me pregunto cómo es posible que muchos países prohíban, con toda razón, la actividad de movimientos supremacistas y neonazis pero permiten con toda impunidad y hasta le dan financiamiento público a organizaciones comunistas. Yo me pregunto cómo es que la prensa mundial denuncia con tanto vigor la presencia de candidatos de « extrema derecha » en procesos electorales, pero cuando gana un comunista vestido de progresistas titulan « gran cambio histórico ». Muchas preguntas vienen a mi cabeza y estoy seguro que muchos de quienes me leen también se las hacen. El comunismo es uno de los mayores desastres de la humanidad y debe ser erradicado y derrotado por quienes valoran vivir en democracia y quienes aspiramos un día recuperarla.