Luego de esperar dos días para comprar apenas tres kilos de carne de res, Shirley por fin llegaba al expendio en el mercado de Quinta Crespo el martes 13 de noviembre al mediodía. Cargando a una niña en sus brazos, relató que llegó el domingo en la madrugada y se turnó con su hija. El lunes estuvo todo el día en la cola y se fue a la medianoche después de que funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) entregaron los papelitos con los números. A ella le dieron el 200. Regresó a las 5:00 a. m. del martes.
Por Carlos Seijas Meneses / Crónica Uno
“En mi casa no hay carne, por eso estoy haciendo esta cola. Somos tres personas en el hogar y lo que voy a comprar hoy solo me alcanzará para una semana, y eso porque uno varía. No todos los días vamos a comer carne”, dijo. “Y tengo que hacer otra odisea desde mañana miércoles para poder comprar pollo el viernes”, añadió.
Detrás de ella estaba Deisy, una consumidora que escuchaba la conversación. Expresó: “Estamos cansados de estas colas, obstinados. Mi familia es grande y los tres kilos no duran ni siquiera tres días. Estoy cansada y decepcionada”.
“Esa es la palabra: decepción”, coincidió Shirley, “¿Sabes lo que es que uno tenga que hacer esto porque abre la nevera y no hay nada? ¿Qué le voy a dar a mi bebé? ¿La voy a mantener a punta de tetero? No, porque ya está grande”, agregó Shirley.
En el mercado de Quinta Crespo los comerciantes vendían a precio regulado (310 bolívares soberanos) combos que traían tres kilos de carne de res. “Nos los trajeron proveedores supervisados el domingo”, dijo una trabajadora. “Esto lo manda Maduro”, agregó un carnicero.
En las adyacencias del mercado, decenas de personas esperaban sentadas, cansadas y ansiosas, por comprar el alimento. El acceso era regulado por guardias nacionales. María llegó el lunes a las 11:00 a. m. y aproximadamente medio día después los militares le entregaron el número 482. “Lo ideal sería ir a la carnicería y comprar la carne que uno quiera”, expresó. “Esta es la necesidad que pasa el pueblo, seguimos pasando hambre”, añadió otra mujer que hacía la cola.
Pero hubo un grupo de personas que se ahorró la espera: los representantes de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Clap), quienes aguardaban en el estacionamiento del mercado para comprar el combo. Una vocera, que sostenía una lista, dijo:
“Esto es nada más para las estructuras de los Clap. Es una jornada que le asignaron a varios y nosotros caímos sorteados para comprar los tres kilitos de carne”. Un hombre del grupo corroboró: “Esto es solo para la gente de los Clap. A nosotros nos reunieron y nos dijeron que nos llamarían cuando esto estuviera un poco más desocupado”.
Desde comienzos de septiembre la carne prácticamente desapareció de los expendios. De manera intermitente ha aparecido en mercados municipales a precios regulados. Y en otras carnicerías ha llegado de forma irregular a precios exorbitantes.
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