La tragedia venezolana, la mayoría la entiende así, es el resultado de la imposición de un modelo económico de ruina y fracaso, pero también es la causa directa del mayor saqueo que haya registrado una nación en el mundo. Un saqueo del que apenas comienzan a conocerse algunos detalles y ya suenan cifras exhorbitantes de lo que no es más que la punta del iceberg. Lean bien esta cifra porque se escribe fácil, pero hay que ver lo que representa en un país donde el promedio de la población gana dos dólares al mes. Hemos visto que en los Estados Unidos ha estado un caso de corrupción que involucra nada más y nada menos que MIL MILLONES DE DÓLARES, una astronómica cifra que corresponde solomente a pago de sorbornos. Para quienes no somos parte de una organización criminal es difícil entender cómo funcionan, pero aplicar la lógica basta. Si usted ha pagado mil millones en sobornos quiere decir que la parte que usted conserva es mucho mayor, en general se habla que los sobornos representarían tan solo el 10% de las ganacias mal habidas en este tipo de mafia. Saquen ustedes la cuenta por el orden de qué monto estarían las mismas.
Esto es apenas el caso de una persona, una que por cierto pudiera entrar en la categoría, si hablamos en el lenguaje del ajedrez, de los alfiles. Ni las torres, ni las damas han caído. Lo que nos ofrece respuestas sobre el nivel de pillaje en el que nos sumergió esta mal llamada “revolución”. En la Venezuela de hoy quizás reine la impunidad y la complicidad, pero no siempre esto será así, por eso debemos prepararnos para que, llegado el momento, tengamos el marco legal pertinente para recuperar lo robado. Esto es un llamado directo a la Asamblea Nacional, donde tengo grandes amigos, a que sin dilaciones procedan a la aprobación de una ley sobre la extinción de dominios que permita repatriar el dinero venezolano que hoy permanece en bancos internacionales y que es producto del saqueo de las arcas del Estado.
Sabemos que la aplicación de una medida similar en las actuales condiciones sería inútil, porque eso sería devolverle la plata a los ladrones. Como esta ley entraría en vigor con la recuperación de la democracia, otras soluciones se ofrecen en el trayecto y son de gran ayuda. Por ejemplo, ya son varios los paises que han impuesto sanciones a funcionarios del régimen y han congelado sus cuentas, ese dinero en lugar de permanecer en el refrigerador, podría con el concierto de las naciones y de organizaciones internacionales como la OEA, servir a la creación de un fondo de urgencia humanitaria para atender a los millones de venezolanos que dejan nuestras fronteras escapando no solo al hambre, sino a la muerte.
Que sea con el dinero de los saqueadores que se financie los programas de atención destinados a los venezolanos que han tenido que irse del país por su responsabilidad, sería más que un acto de justicia, un acto de equidad en todo el sentido de la palabra. Mi llamado es a que hagamos causa común donde estemos para que esto se lleve a cabo. Afuera los representantes del pueblo si escuchan, redactemos cartas, recojamos firmas y llevémoslas a cada parlamento, a cada gobierno, a cada instancia que pueda hacer posible esta media urgente para resarcir a quienes hoy sufren producto de la corrupción chavista.
Brian Fincheltub
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