Cuando me indagan qué hace falta para que se dé el cambio político en VENEZUELA, mi respuesta es invariable: EE.UU. y los militares.
Por lo pronto creo que los militares, están dispuestos a una transición que les garantice cierto grado de perdón a sus delitos, los libre de sanciones donde muchas veces comparten el castigo, pero no los beneficios; y sobre todo, permita salir de la zozobra en la que naufragan.
Pero la política de Washington es tan estúpidamente incorrecta en VENEZUELA, que me temo que las cosas seguirán mal.
La responsabilidad mayor, sobre la no compresión de las debilidades de la dictadura venezolana, la tiene la embajada de ese país en Caracas.
A la luz de los acontecimientos, las autoridades diplomáticas en Caracas, cometen los errores que sus colegas cometieron por décadas en la Cuba de Fidel.
Por años EEUU sublimó la heroicidad de la oposición a Fidel. Algunos disidentes al igual que VENEZUELA llegaron a sugerir que el posible bienestar de los cubanos debería subordinarse a las circunstancias dizque favorables para la lucha opositora, a pesar de que en cincuenta años esas circunstancias no habían traído nada bueno. Las sanciones eran más fuertes y el régimen seguía ( sigue) ahí.
En Cuba, la embajada estaba empeñada en apoyar a unas disidentes divorciadas de los sectores populares, viudas de una clase media que había desparecido en la práctica.
Berta Soler, líder de las Damas de Blanco, una suerte de señora de El Cafetal, reiteró por años su apoyo al embargo económico, algo que nadie que sepa cómo se vive en Cuba podría defender. El bloqueo le dio toda una retórica a Cuba, para esconder la mediocridad de su sistema socialista y culpar “al imperio”.
Creo que las autoridades americanas, buscan en la socialdemocracia, combinado con sus sanciones minar al régimen. Pero todos los proyectos políticos han caído: Henry Ramos, Leopoldo López, bla, bla. La socialdemocracia está herida de muerte. VENEZUELA cambió, pero Washington parece no haberse dado cuenta.
No han llegado a captar o quizás no tienen la intuición para traducir el sentir de un país en el que prima la libertad individual por encima del interés colectivo. Este país está preparado para la derecha, para un proyecto liberal. El colectivismo fracasó.
Mis caminatas por todo el país, me convencen que somos hoy esa derrota colectiva en la que, a su manera, los políticos, de uno y otro bando, siguen creyendo que siguen triunfando.
El chavismo , aunque sigue siendo el mismo, también es otro, y cada vez será menos lo que era. No es ya el poder concentrado en manos de un solo hombre, sino la mal disimulada y paulatina repartición del país entre una tenebrosa élite militar-empresarial. Y esta es una realidad mucho más poderosa que una oposición tradicional que no tiene gente ni para murmurar de ella.
Ahora bien, EEUU, se niega a aceptar esta realidad. Intenta resucitar a un proyecto cadavérico llamado MUD, disfrazado de Frente Amplio o Congreso de galletas de soda.
Por lo menos Barack Obama, cuando visitó Cuba durante su Gobierno, mostró señales que buscaba algo distinto. Aunque la cosa quedó a medio andar.
Recuerdo que entonces Obama se reunió con la oposición tradicional casi por protocolo, mientras enviaba todas las señales posibles para que se entendiera que él confiaba más en los nuevos actores de la sociedad civil —jóvenes emprendedores, pequeños propietarios— que en los viejos opositores para un escenario de cambio en Cuba.
Cuando voy a los cócteles de la embajada de EE.UU. en Caracas, me decepciona ver sonriente ahí, la vieja clase política tradicional, haciendo lobby a costilla de un país que no representan y los desprecia.
La embajada, parece no entender que esta clase política tradicional desde PJ hasta VP, pueden hoy llenar un salón de la embajada pero no una avenida con gente.
La razón es simple: Es una oposición tradicional que naturalmente, exige democracia, libertad de expresión, pero no encarrila esas aspiraciones a través de dramas sociales identificables: la utilización de los jóvenes como pega afiches políticos, la invisibilidad comunidad gay que hace vida en esos partidos y que ni siquiera aceptan , la condición de hambre que también tienen los rangos medios militares y el chavismo, o la brecha clasista entre los testaferros del Gobierno – Gorrin por ejemplo- y los ciudadanos comunes y corrientes a los que les están vendiendo el país en las narices.
EEUU, tiene que ayudarnos. Pero para ello debe virar su formas de hacer las cosas. Hace poco al despedirnos de alguien , -de la sección de Asuntos Políticos de la embajada-, Andrés un joven de 21 años que es el jefe de Organización de nuestro movimiento Prociudadanos le dijo: Ustedes tienen una responsabilidad de hacer las cosas distintas.
Ojalá haya escuchado. De hacerlo, podrían paulatinamente acercarnos a la democracia más de lo que las marchas de protesta, como método único, nos han acercado.
La situación de VENEZUELA es, en muchos sentidos, extrema, pero la sociedad venezolana no saldrá de esto sin el paso de los militares. Pero esos militares no darán el paso mientras EEUU siga mostrando a la oposición tradicional como el mar de la felicidad.
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