Abigail Finney estaba en su habitación, en el campus universitario de Purdue University, en West Lafayette, Indiana, esperando que los amigos de su novio se fueran de allí. Quería descansar y estar a solas con él. En cambio, pasaron horas tomando algunas copas frente a un monitor jugando videogames.
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Abigail no había probado una gota de alcohol y cansada de verlos como zombis, decidió subir a la habitación de su loft en el que se habían reunido los tres amigos.
Desde allí podía escucharlos. Incluso pudo oír el comentario machista de Donald Grant Ward (Grant, para todos) que le deseó al novio de la estudiante tener “buen sexo” con su flamante novia. Abigail no hizo caso y continuó con sus compras por internet. A los pocos minutos decidió dormir. Era más interesante que escuchar la conversación de tres jóvenes medio borrachos.
Su novio subió y se colocó a su lado, abrazándola. Finalmente, los demás se quedaron dormidos en el futón. Era el 11 de febrero de 2017. Una fecha que ella jamás olvidará.
En medio de la noche, una mano la despertó. Estaba oscuro y Abigail, semi dormida, creyó que era su novio quien estaba acariciando sus pechos desde atrás. Ella lo dejó, sin voltear. Estaban callados porque no querían despertar a nadie. Él bajó su mano por debajo del pantalón pijama de ella y comenzó a tocarla en su zona genital. Ella respondió de la misma manera. Tuvieron sexo brevemente, menos de un minuto, cuando ella le dijo que debía ir al baño.
Cuando regresó, se dio cuenta que en su cama no estaba su novio. Era uno de sus amigos: Grant.
“Recuerdo que me sonrió. Fue una imagen extraña. Me puse frenética. No sabía lo que estaba pasando“, dijo Abigail en una entrevista dada a Buzzfeed. Supuso que todo se trataba de una broma pesada. Muy pesada. Pero no terminaba de entender. Estaba aún demasiado aturdida.
Despertó a todos, pero no encontró a su novio. Preguntó por él y nadie supo qué decirle. Estaba en otra habitación, durmiendo. Lo despertó y le preguntó cuánto tiempo había estado allí y por qué había abandonado su cama yéndose a otra parte. Éste le explicó que como estaban muy apretados e incómodos, había decidido irse a otro lado a dormir más tranquilo y solo.
Abigail le contó lo que Grant había hecho. Abigail se sentía violada (lo había sido), pero no estaba segura de que era ilegal lo que había ocurrido. La confusión suya radicaba en las leyes de Indiana. Técnicamente, lo que había hecho aquel ser desagradable, no representaba violación en aquel estado. Le escribió a dos amigas con esa duda. “Me siento violada. Esto se siente mal. Pero no sé si es ilegal“.
Sin embargo, su novio la acompañó a un hospital donde la revisaron. Luego, a la estación de policía para radicar la denuncia contra Grant, quien fue detenido de inmediato. Allí, “Ward indicó que tuvo sexo con la víctima número 1 sabiendo que ella creía que él era su novio“.
En Indiana se considera violación cuando se obliga a tener sexo por la fuerza o mediante amenazas, si la víctima tiene una discapacidad mental y no puede dar su consentimiento correctamente, o si no está consciente de que está teniendo el sexo. Un sinsentido en este caso. Y en tantos otros.
Así, el caso de Abigail expuso un gigantesco vacío legal en las leyes no solo de Indiana, sino en varios estados norteamericanos. El caso se hizo público e indignó a la opinión pública. “Estoy menos protegida que la propiedad en este estado. Como si mi cuerpo pudiera ser usado y tomado y no representa un delito“, dijo.
Las violaciones por “fraude” existen en muy pocas jurisdicciones de los Estados Unidos: California, Missouri, Idaho, Tennessee y Puerto Rico. En Alabama, es un delito menor y en Colorado, por ejemplo, es uno grave solo si el violador pretende ser el esposo.
El abogado de Grant, Kirk Freeman, se valió de ese vacío legal para defender a su cliente. Admitió que pudo haberla engañado, pero que eso no implicaba que había existido violación.
En un argumento por demás machista, dijo a la cadena de televisión WLFI: “Las mujeres de este fin de semana van a tener relaciones sexuales con ‘Navy Seals’, van a tener relaciones sexuales con ‘héroes del fútbol’, van a tener relaciones sexuales con ‘muchachos que rescatan gatitos del medio de la interestatal’ y van a tener relaciones sexuales con hombres que les digan ‘te quiero’ y ‘estoy listo para un compromiso’. Sólo porque están mintiendo no lo hace violadores“.
Ward fue acusado de dos cargos de violación. Pero después de un juicio de tres días en el que su abogado fundamentó que si bien la conducta de su defendido no había sido “caballeresca” no podía considerarse ilegal según las leyes del estado, un jurado lo declaró inocente en enero último.
La universidad tomó una medida: le prohibió su ingreso por un año y no podrá seguir estudiando en ella. Abigail, en tanto, debió tomarse un semestre para sobreponerse al impacto emocional que implicó semejante ultraje. Recibió terapia psicológica por estrés y depresión.
“No sé si hablo por todas las mujeres, pero definitivamente, antes de que esto sucediera, siempre pensé en lo que haría. Siempre dije: Oh, simplemente lo informaría. Un juicio rápido. Pero no es tan fácil cuando es en la vida real, porque es menos blanco y negro“, señaló la joven y concluyó que estaba furiosa tras conocer el veredicto: “Sentí que había perdido un año de mi vida porque podría haber estado tratando de curarme, pero en su lugar estaba reabriendo la herida una y otra vez“.