Dos caras de una misma moneda: políticas públicas y gestión pública. En el primer caso una vez que se hace el diagnóstico del problema, se diseña una estrategia para abordarlo y en el segundo caso, se da rienda suelta a la operatividad para subsanar la dificultad. En materia económica las políticas públicas, si es que han existido en los últimos 20 años, se han caracterizado por un exacerbado intervencionismo, el cual ha limitado el libre y sano desarrollo de la actividad productiva. Ahora bien, ¿Qué se podría hacer en un escenario de cambios políticos, de manera pacífica, constitucional, democrática y electoral, donde aun existan enclaves del gobierno y una eventual llegada al poder de factores democráticos?
Por Engelbert Rivero Montenegro / @engelbertrivero
Es indudable que las primeras acciones estén orientadas en ir desmontando de forma progresiva, los férreos controles, de cambio, de precios, liberar al empresariado de la inamovilidad laboral, devolver las empresas expropiadas, elevar el gasto público en materia social y educativa con indicadores de gestión que permitan evaluar su efectividad, entre otras tantas macro decisiones en este ámbito económico, diseñar una audaz estructura legal desde la Asamblea Nacional que dé soporte jurídico a los cambios necesarios en el país.
En mi formación social demócrata, veo plausible permitir al empresariado desarrollarse en su potencialidad emprendedora conforme a la naturaleza propia del mercado, y que el estado actúe cuando tenga a bien hacerlo sin complejo alguno, pero por medio de mecanismos establecidos constitucionalmente tales como: la política fiscal, políticas monetarias, programas sociales, ayudas directas que fomenten el emprendimiento y cualesquiera otras acciones que sean de beneficio mutuo, y de obligatorio acuerdo entre las partes involucradas, a saber: el gobierno, los empresarios, los sindicatos y la sociedad civil. Para concretar dichos cambios, se requiere de la participación de todos los sectores del contexto social y político, inclusive sectores del actual gobierno que aun ostenten posiciones por medio del voto, con el fin de coadyuvar en la gobernabilidad y abrir el camino hacia una gobernanza que permita atraer capital privado nacional y extranjero, recordemos aquel axioma que reza que “no hay animal mas cobarde que un millón de dólares”, en razón que el dinero huye cuando no hay confianza y su dueño siente lesionados sus inobjetables intereses, de tal manera que generar esquemas compartidos desde la óptica público – privada serían esquemas viables en pro de los cambios económicos deseados.
Para que tales fines ocurran no sería pertinente ni propicio brindar espacios para fórmulas y ensayos de aprendices políticos, ni radicales de sofá y pantuflas, en nuestras manos tenemos la responsabilidad del futuro de Venezuela, un país que espera de sus mejores políticos la determinación y el coraje necesario para afrontar los años por venir.