Desde 2015, 2.3 millones de venezolanos han abandonado el país según la ONU. De los que quedan, el 80% recibe un salario mínimo que vale un poco más de cinco euros. Paradójicamente, gracias a la emigración y al dinero enviado por sus familiares, muchos de ellos sobreviven.
Benjamin Delille / Franceinter
Es casi la hora del almuerzo en el popular barrio de La Vega, en el sur de Caracas. La pequeña cocina de Grazon está vacía. Debido a la falta de alimentos, la familia solo permite dos comidas al día. En la sala, el abuelo Carlito tiene las mejillas huecas y los brazos delgados, una mirada vaga debido a su ojo de cristal “Es por la escasez de medicamentos que perdí mi ojo”, comentó.
El ex bibliotecario retirado, solo recibe una pensión equivalente al salario mínimo “sobrevivo de lo que envía mi hija desde Estados Unidos y que nos hace transferencias de hace tiempo”.
En Venezuela, lo llamamos “remesas”.
Desde unos pocos meses, ya no es posible transferir dinero desde una cuenta extranjera directamente a una cuenta en Venezuela. El gobierno ha prohibido este tipo de operación para limitar la inflación.
Su hija tuvo que usar otro método, dice Carlito “Ahora tienes que encontrar a un intermediario para enviarnos el dinero, transfiere los dólares a una cuenta estadounidense, y alguien más nos da el
dinero en bolívares. Es caro porque es raro encontrar a alguien con una cuenta en EEUU y otra aquí en Venezuela”.
La vecina de Carlito, María, no tiene tanta suerte. Suponemos que un cuerpo esquelético flota bajo su vestido desgastado “Tengo que cuidar de mis dos nietos y es difícil, ni siquiera tengo lo suficiente para darles un par de zapatos”, solloza.
Con la crisis migratoria, cada vez más venezolanos sobreviven gracias a las “remesas” que envian sus familiares desde el extranjero. En 2015, eran poco menos del 10%, hoy se estima que un tercio de la población recibe remesas, según varios estudios.
Continué leyendo en: Franceinter