William Anseume: Maduro embrollo embrollado

William Anseume: Maduro embrollo embrollado

 

Habló largo Maduro, ayer, como asustado; con razón. En la cueva le late duro, guapo y apoyado, un joven político, diputado, presidente de la Asamblea Nacional, dispuesto, este sí, Guaidó, a hacer cumplir la Constitución y las leyes, a gobernar la transición democráticamente, como corresponde.





El discurso de Maduro fue un embrollo, por más orden numérico que quiso otorgarle a las partes de su “estructura”. Aquí calzan todos los sentidos posibles, registrados por el diccionario para la palabra embrollo: “Enredo, confusión, maraña”, “Embuste, mentira”, “Situación embarazosa, conflicto del cual no se sabe cómo salir”.

En principio, el centro de su larga perorata fue la búsqueda de reconocimiento de alguna autoridad, por alguien, en algún lado, como presidente de la República. Supongo un mensaje dirigido a sus seguidores, en principio, eso fue claro, pero también a las Fuerzas Armadas, tan avivadas por los bandos estos días de sobresalto, de angustia, así como de esperanzas renovadas, frescas,  y alegrías a la vez.

Ofreció oro y moro: viviendas por millones, más dádivas echas bolsas; más dádivas hacia el “carné de la patria”, sin carne. Ofreció reconstituirse y deshacerse de sus errores. Como si todo este tiempo no le hubiera bastado para zafarse de la embarradura continua. Entregó supuestos documentos, tal vez vacíos de contenido, de palabras y de cifras: huecos. Ya los ciudadanos venezolanos, ningunos, se mueven a engaños. Maduro Fracasó en todo. Mucho más en querer permanecer en el poder con la contrariedad de más de medio mundo afuera y muy cerca del mundo entero dentro. Por cierto, los números de la popularidad deben ser exactamente los mismos en el encierro de los cuarteles, de los barcos y de los aviones. Se sabe despreciado y así lo expresó en busca de una recomposición que nadie le otorgará, sólo Diosdado y su írrita asamblea, inventada para sustituir malamente la verdadera, electa libre y democráticamente.

Como complemento, decepcionó a sus acólitos, a aquellos que aún esperaban algo positivo de él ayer, con un ajuste de sueldos que lo que garantizan es el hambre para hoy, empeorando mañana. Sabiendo todos en Venezuela, y fuera de ella, los chanchullos, los guisos enriquecedores de cuanto sátrapa se acercó a Miraflores y se llevó las riquezas para invertir en apartamentos, cuentas bancarias, yates, aviones, edificios y gastos suntuosos en rumbas multitudinarias, en narcóticos para exportar, el anuncio de más hambre ayer resulta aniquilador de cualquier aspiración a permanencia del régimen tiránico en el poder.

Otro de los complementos fueron sus ánimos de lucirse, con el impuesto humor en la terminología empleada, falso e insípido, resbaloso. No le calzan las actitudes humorísticas del extinto Chávez, los arranques de las referencias y búsquedas de opinión entre los seguidores presentes, se nota por encima y por debajo la mala copia del mal original.

Nunca antes se sintió tan próxima una transición adecuada, desde aquella vez que un religioso le salvó el cuello que no retoña a Hugo Rafael. La presión internacional y el ahínco interno harán que por fin conquistemos la tan anhelada libertad democrática en Venezuela.