Comprender la situación actual, desesperada para la inmensa mayoría de nuestra sociedad, otrora próspera y envidiada, sin cometer errores de interpretación, implica comenzar por la última derrota del dirigente opositor joven con mayor experiencia de gobierno.
Me refiero a Henrique Capriles, no es necesario remontarse al homo sapiens.
Para los auto mencionados “radicales de oposición” esa noche presuntamente sucedió algo insólito: Henrique habría ganado la elección –detalle del que a ciencia cierta no puede dar fe el candidato- y extrañamente “no reclamo” ese triunfo.
Así cómo se lee: Digamos que siempre según la misma fuente radical, sería como si el triunfador del Tour de France no reclama su copa y después de ganar huye hacia el anonimato.
La realidad supera los inventos de quienes no le ofrecieron ayuda a Capriles en aquel lance y ahora lo maldicen.
Ni Henrique ni la Mud de entonces podían reclamar nada ante la señora Lucena y la explicación es sencilla: La media noche pasada aquella elección, ni la Mud ni el candidato o su comando podían reclamar nada por fracasar en lo básico de toda elección… valga decir recoger las actas electorales.
Es sabido, anoto, que desde que la democracia se instaló entre nosotros… ¡Acta mata voto y carecer de ellas es peor¡
Para la historia anoto que el responsable por la Mud y el candidato, de recolectar las dichosas Actas, ese día fue Leopoldo López que para la época recorría el país fundando un nuevo partido: Voluntad Popular que coincidencialmente es el partido donde milita el diputado Guaidó.
Mi interés no es culpar a Leopoldo por fallar en la recolección de las Actas Electorales, con lo cual Capriles aquella noche en su descargo solo pudo aducir que “gané porque los exit polls así lo señalaban”.
Nada serio en un país donde los comandos contratan con ligereza y sobre precio… esas encuestas de salida.
Y si no hubiesen designado a Leopoldo López… pregunto yo… ¿a quién habrían nombrado los radicales que a todo se oponen para buscar esas Actas? ¿A Henry Ramos, a Timoteo, al Chúo? Joder.
El punto es que en mi opinión estos “radicales” que desde entonces manejan la política opositora, pocos pero vocingleros… desde ese día chantajean al resto de la oposición y al país con medias verdades aliñadas de leyendas urbanas.
Eso carece de importancia de no mediar dos consecuencias trágicas: Una, que la oposición deliberadamente y por causa del susodicho chantaje, desecha al más experimentado político joven que tiene a mano, Henrique Capriles Radonski.
Y dos, que los radicales al carecer de programa para sacar del marasmo y la miseria al país… dedica todos los esfuerzos a tomar el poder aliándose con Satanás… si conviene.
Han sido tan exitosos como poco responsables en sus políticas –parecidas a las del chavismo- de agitar todo el tiempo una sociedad sin líderes que estamos a punto o de convertirnos los venezolanos en los cubanos del siglo XXI o de terminar perdiendo gran parte del territorio que heredamos de la generación libertadora merced a invasiones y anarquía que dejarán a la Libia actual como un jardín de infantes.
Si los radicales no chantajearan o si la dirigencia opositora no se dejase chantajear y no me refiero a los colaboracionistas, el panorama estaría menos turbio.
Entre las corrientes del chavismo que desesperadamente sus radicales llaman a unidad la mayoritaria con mucho es socialdemócrata. También allí hay radicales y ladrones… como en la oposición pero en ambos casos son minorías organizadas.
Ahora bien, diálogo y negociación siempre han sido parte de la política como disuasivos de la guerra que es demasiado costosa… o en nuestro caso de radicalizaciones o bien hacia el comunismo o al país descuartizado por buitres aprovechadores.
Esto lo escribo a riesgo de ser crucificado por la reacción anti patria y mi razonamiento ni siquiera apunta hacia salidas liberales pro mercado impensables en la coyuntura… es responsabilidad patriota.
El presidente Maduro tiene que abandonar el poder… eso está claro… pero la solución no puede quedar en manos de “nuestros radicales” sean de aquí o residan en el extranjero… y menos en manos de “los radicales de ellos”.