Nicolás Maduro perdió el respaldo popular. Las multitudinarias movilizaciones el 23 de enero en todo el país lo demostraron. Por ello, no se atrevió con sus secuaces a reprimir las concentraciones populares. Haberlo hecho hubiese sido el final del “usurpador” de la Presidencia de la República de Venezuela, por lo que se aferra a la tabla de salvación militar, a la cúpula que ha participado en la corrupción política y en los negocios ilícitos que forman el Estado mafioso.
Las estrategias de salida de Maduro apuntaban a seguir comprando tiempo con Estados Unidos. Sin embargo, la sanción del gobierno de Donald Trump contra la petrolera estatal Pdvsa cambió su plan.
El bloqueo de los ingresos de dólares al “usurpador” por concepto de exportaciones de crudo a Estados Unidos y las entradas de Citgo en el mercado estadounidense lo deja sin 80% de las divisas que recibe Venezuela en efectivo. Según el Departamento del Tesoro, las sanciones contra Pdvsa ascienden a 7 millardos de dólares en activos –básicamente el valor de mercado de Citgo– y 11 millardos que suman las futuras exportaciones petroleras este año a ese país.
El impacto del bloqueo a Pdvsa es devastador para la estabilidad del “usurpador” en el poder, porque se quedó sin el efectivo de 11 millardos de dólares que le permitía mover la maquinaria de la corrupción política este año.
El Departamento del Tesoro también dijo que daría licencias para el crudo venezolano –de la misma forma que hizo con el petróleo de Irán cuando ese país fue sancionado el año pasado– con el fin de evitar daños colaterales a las refinerías estadounidenses del golfo que utilizan en su dieta de crudos el petróleo venezolano. Sin embargo, la cancelación de estas compras tendrá que ser depositada en una cuenta que estará bloqueada para “el usurpador”, por lo que Pdvsa no venderá más petróleo a las refinerías en Estados Unidos.
El otro gran impacto es que la importación de 100.000 barriles diarios de productos refinados (naftas, gasolina, aceite) desde Estados Unidos, para mezclar con el crudo extrapesado de la faja petrolífera del Orinoco y suplir el mercado interno venezolano. Esta operación la ha venido realizando Citgo. Ahora, Pdvsa tendrá que recurrir de nuevo a Argelia, Rusia, Nigeria y Angola para el suministro de la nafta para diluir el petróleo extrapesado de la faja. La dificultad estará en el pago del volumen importado de crudo liviano al no disponer del efectivo necesario para la operación. Lo que acarreará una disminución de la exportación del petróleo de la faja y por ende de la producción misma.
Por tanto, los 450.000 barriles por día promedio/año que Pdvsa vendió a las refinerías del golfo de Estados Unidos en 2018 tendrán que ser colocados en otros países. Lo que ocurre es que la nueva refinería que fuese a procesar este crudo exigirá un descuento debido a sus características. Y si se le envía a Rusia (la India) y a China entrarían dentro del programa de pago de los créditos que Venezuela tiene con Pekín y Moscú. En otras palabras, los ingresos se reducirían en el primer caso y en el segundo no generaría dólares contantes y sonantes.
Si Maduro y sus secuaces insisten en seguir usurpando la Presidencia de Venezuela a costa de lo que sea, las consecuencias para la nación serán devastadoras. Su compromiso con el Estado mafioso llevará el país a un nivel de conflictividad superior que impactará su seguridad personal, como ocurrió con Muammar al Gaddafi en Libia y Saddam Hussein en Irak.
La “opción nuclear” utilizada por el gobierno de Trump debe ser interpretada como la acción para que Maduro deje la usurpación del poder y dé paso al gobierno de transición encabezado por Juan Guaidó, para elegir un nuevo gobierno que dirigirá los destinos de Venezuela.
Es el mejor plan de salida para la nación venezolana porque permitirá reconstruirla con amnistía, sin derramamiento de sangre y fractura social.
Estados Unidos utiliza la “opción nuclear” para restaurar la democracia en Venezuela.