En días pasados el TIME decía que al fin, a la pesadilla de Venezuela, el mundo le estaba prestando atención.
Y ciertamente es así, a pesar de que algunos descaminados se han dedicado de manera incomprensible a cuestionar y hasta a atacar a la Comunidad Internacional y sus representantes.
Sin la participación activa de esta última las acciones políticas certeras que se han adelantado a lo interno, no habrían conducido al punto crucial en el que estamos.
El Frente Amplio, desde sus inicios, siempre lo subrayó. No todo dependerá de nuestra acción doméstica, la internacional nos va a potenciar si nos inteligenciamos con ella. Si no demostramos ante ella coherencia, la perderemos. No haber aceptado, por ejemplo, el diálogo tramposo de Dominicana, las fraudulentas elecciones del 20M y las municipales, nos hicieron ver consistentes, creíbles, confiables.
El gobierno despótico chavista, sin duda, está hoy contra las cuerdas, desconcertado, dando bandazos, aunque manteniendo una cierta capacidad de aguante, fingiendo que tiene la situación controlada cuando es evidente que no. No en vano sigue disponiendo de recursos, del apoyo de algunas bayonetas oxidadas y de grupos armados de paramilitares delincuentes.
El mandado, como se dice popularmente, no está hecho. Pero vamos muy bien.
Hacen falta unas cuantas cosas por hacer.
Y si mantenemos la unidad posible, esas tareas se podrán culminar con éxito, en un tiempo breve.
Distraernos hacia asuntos subalternos podría poner en riesgo el curso trazado. Propuestas disparatadas y sin viabilidad debemos desecharlas. Una promoción de candidaturas presidenciales debe ser repudiada.
No es la hora de los cuatriboleados, ni de los que andan buscando “tirar la parada”, ni de aprovechar la coyuntura para intereses políticos particulares, tampoco de los fantasiosos.
Es la de los que actúan inteligente, responsable y fríamente. La de los políticos que conocen y calibran bien las circunstancias presentes, la de los que echan mano de las herramientas de comunicación modernas, la de los que no se dejan llevar por los apasionamientos y emociones delirantes y/o suicidas.
Gran parte del mundo occidental y más allá está pendiente de lo que pase en Venezuela. Y no es que nos creamos ser el ombligo del planeta. Basta ver los medios.
Juan Guaidó, encargado de la Presidencia de la República de Venezuela, aparece en todos los periódicos más importantes del mundo. Hay grandes expectativas sobre lo que a nosotros nos suceda en los próximos días.
La operación de emergencia humanitaria que ha iniciado el gobierno legítimo de Venezuela encabezado por Guaidó, que el gobierno chavista ha querido obstaculizar, es tema comentado en todas partes.
Y ha sido el apoyo de gobiernos y de sectores privados del mundo a tal acción, lo que le ha dado el carácter de ampliamente publicitado urbi et orbe.
Estamos siendo observados muy de cerca. La preocupación y la esperanza son grandes en las democracias occidentales, entorno cultural y mundo al que pertenecemos.
No tenemos derecho a equivocarnos en el proceso político que hemos comenzado a transitar. Y como lo hemos dicho antes: tampoco hay toalla que tirar. Estamos despertando de la pesadilla.
EMILIO NOUEL V.