Una plaza convertida en aula. Jóvenes sentados en el suelo, unos acostados con las cabezas en sus morrales o sobre sus compañeros escuchan a políticos, profesores, historiadores, intelectuales. Las luchas de independencia, la guerra federal, los jóvenes que en 1928 fundaron los primeros partidos políticos en Venezuela en democracia. Ahora, ellos se sienten con el testigo en la mano, publica El País.
Por Florantonia Singer
El movimiento estudiantil venezolano son muchos. Varias generaciones de este grupo, que en 2007 desafió en la calle a un Hugo Chávez que había cerrado un canal de televisión e intentaba hacerse una Constitución a su medida, se encontraron este martes en el Día de la Juventud, en las concentraciones que convocó Juan Guaidó, el parlamentario y presidente interino que viene de esas luchas y hoy empuja una transición política en Venezuela.
En la vigilia convocada en la Plaza Bolívar de Chacao (este de Caracas), rodeada por carpas, oxigenada con música y sesiones de stand up para pasar 12 horas de protesta pacifica, también se vieron las caras. Las franelas (camisetas) con una mano blanca son un símbolo que hoy hereda este movimiento con varios relevos en dos décadas de chavismo.
María José Osorio tiene 22 años y desde hace tres es estudiante de Ciencias Políticas en la Universidad Central de Venezuela, el mismo tiempo que lleva en el movimiento estudiantil venezolano. Era una niña cuando Guaidó y otros, entonces universitarios como ella, como David Smolansky, en el exilio, o los diputados Miguel Pizarro y Stalin González, dividían su tiempo entre el estudio y la política.
“Para mí esto es mi laboratorio de estudio, porque tenemos la responsabilidad de conocer y defender nuestros derechos políticos. Y la resiliencia del movimiento estudiantil, de adaptarnos y recuperarnos en este tiempo, es una referencia para los que seguimos en esto. Tengo primos y tíos que estuvieron en el movimiento de 2007 y ahora estoy yo”, dice la joven, que tuvo que negociar con sus padres para pasar la noche en una plaza, en la vigilia que se convocó en honor a los jóvenes que han sido asesinados, los miles que han sido apresados y los que se han ido del país los últimos años.
Del movimiento estudiantil de 2007 salieron, justamente de las universidades, los que hoy impulsan un nuevo desafío para el chavismo, al que hoy aseguran tener contra las cuerdas. A ellos se han sumado los que movilizaron las intensas jornadas de protestas de 2014 y de 2017, que dejaron decenas de muertos, y los que este 2019 se suman a la ruta marcada por Guaidó.
Rafaela Requesens es parte de ese linaje. Tiene a su hermano, el diputado Juan Requesens, preso desde hace seis meses. Asegura que hoy, en universidades sin comedor, sin acceso a Internet, con deserciones de alumnos y profesores, cuesta encontrar relevos. El mes que viene termina su carrera, pero su mirada está puesta en ese domingo en el que finalmente se celebren elecciones libres en Venezuela, la última parada del camino que se ha planteado la oposición para poner fin al régimen de Maduro y la salida que respalda la comunidad internacional al prolongado conflicto político y social venezolano.
“Esta vez la lucha es distinta. Nos hemos comprometido a ser garantes de esa elección y a que en cada mesa de votación haya una franela del movimiento estudiantil velando por la democracia”, dice.
Ante un grupo de unos 200 compañeros que pasarán la noche en la Plaza Bolívar de Chacao, Carlos Egaña, de 23 años, estudiante de Letras de la Universidad Católica Andrés Bello, se aventura a pensar más allá. “El chavismo hace vigilias porque no pueden dormir, nosotros las hacemos porque somos capaces de soñar despiertos. Basta de pensar que hay que irse del país. Sueño con un país donde se pueda salir de noche, donde no se trate con condescendencia a los jóvenes, donde se discuta sobre la legalización de la marihuana, del matrimonio igualitario y el aborto”.