Tricia y Nick Hensley, una pareja de Grand Junction, en el estado de Colorado, Estados Unidos, comían muy poco en su casa y rara vez cocinaban a partir de ingredientes básicos. Tres o cuatro veces por semana y tanto para el almuerzo como para la cena de los fines de semana comían en restaurantes. Su favorito era un mexicano.
Por: Infobae
Antes de comenzar la dieta que los transformó, ella llegó a pesar 126 kilos (278 libras) y él, 120 (265).
“Está este restaurante donde se ordena la comida y se la busca en el auto, abierto las 24 horas, y comprábamos este enorme burrito que hacen con cerdo, res, pollo, camarones, papas, y es realmente grande, y luego comíamos una quesadilla cada uno, y churros. Una locura”, recordó Tricia, de 37 años, a la revista People. Un burrito lleva, además, frijoles y arroz y va envuelto en una tortilla.
Cuando comían pizza, también hacían una orden desmedida: “Comprábamos dos pizzas, dos raciones de pan, alitas de pollo fritas picantes, postre —dos clases de postre, porque no se puede elegir una solamente—, y refrescos, desde luego. En casa consumíamos cuatro cajas de refresco, y más cuando salíamos”.
En 2017 ganaron una rifa para unirse a un club de dieta durante un año. El programa que les envió el azar, de la marca Jenny Craig, consistía en un plan con comidas preparadas por nutricionistas y chefs. También recibieron apoyo educativo y consultoría para cambiar sus hábitos.
Lo único que podían incorporar a las viandas semanales, que recibían en forma de desayuno, almuerzo, cena y snacks para los siete días, eran frutas y vegetales frescos.
“Todo lo que tenía que hacer era cumplir con el menú, lo cual es genial porque soy capaz de hacer planes y concentrarme”, agregó la mujer de 37 años. “No me desvié nunca. Tenía visión de túnel. Veía cómo bajaba, en un gráfico y en las fotos”. Su marido, un año más joven, detalló que incluso durante las fiestas llevaban sus raciones a los encuentros con familiares y amigos, para evitar las tentaciones.
Para ayudar al cambio comenzaron a sumar actividades físicas a su rutina. Al principio caminaban; luego comenzaron a andar en bicicleta y a correr. Ella bajó 68 kilos (149 libras), y él 40 kilos (87 libras): un total de 108 kilos (236 libras) entre los dos.
“Ahora puedo tocarme los dedos de los pies, antes ni siquiera podía verlos”, ilustró la mujer.