La quiebra de la británica Flybmi, noticia del domingo, es el enésimo síntoma de dificultades para el transporte aéreo en Europa. El antecedente de esta firma, BMI, llegó a figurar entre las tres mayores referencias del aeropuerto londinense de Heathrow. Una vez segregados sus slots en la principal plaza europea, que fueron a manos de IAG en 2011, BMI Regional (luego Flybmi) ha languidecido en aeropuertos de segunda, y se tramita ahora su liquidación con 376 empleados y 17 aviones. Así lo reseñó el portal web español Cinco Días de El País.
La nueva víctima acusa a la UE de dejar a las compañías aéreas al margen del comercio de emisiones de gases contaminantes. Una circunstancia a la que se suman la incertidumbre generada por el Brexit, el recrudecimiento de la batalla de precios, y el alza en el coste del combustible durante buena parte de 2018. La destrucción de pequeñas aerolíneas, con su agresivo modelo de negocio sometido a alta presión, se ha visto acelerada en los últimos cinco meses.
Antes de que entrara en barrena esta empresa, con medio millón de pasajeros anuales, han caído media docena de referencias: Primera, con presencia esencialmente en Reino Unido y España; las alemanas Azur, Small Planet y Germania; la suiza Sky Works; la chipriota Cobalt; la británica Cello, y la belga VLM.
El duro invierno también ha estresado a las grandes del low cost. Norwegian está cerrando bases y ampliando capital a bajo precio. La noruega busca 3.000 millones de coronas (unos 308 millones de euros) para fortalecer su estructura financiera.
Ryanair, por su parte, ha pasado de ganar 106 millones en el cuarto trimestre de 2017 a perder 19,6 millones en el último cuarto de 2018. El líder del low cost europeo atribuyó las pérdidas a un descenso del 6% en los precios de los billetes ante el exceso de capacidad. A corto plazo, Michael O’Leary y los suyos tienen en sus presupuestos la continuidad en la guerra de precios.
En este difícil contexto, atraviesa máximas dificultades la británica Flybe (78 aviones), sobre la que hay una oferta de compra de un consorcio liderado por Virgin, y está sufriendo la islandesa Wow.
La Asociación de Transporte Aéreo Internacional (Iata) ha revestido de cautela sus previsiones para 2019: espera ganancias netas por 35.500 millones de dólares para el sector aéreo (7.400 millones de dólares en Europa), frente a los 32.300 de 2018. El problema reside en unas altas coberturas sobre el precio del combustible, ante la escalada de 2018, que retrasan el impacto positivo de cualquier bajada en el presente.
El barril de Brent rozó los 55 dólares de media en 2017, cifra que subió a 73 dólares en 2018 (la previsión de Iata era de 60 dólares), y que se prevé de 65 este año. Esta volatilidad, junto a la inestabilidad política y los conflictos en el control aéreo, complica la planificación.
Con todo ello, el empeño de aumentar capacidad para captar la creciente demanda mantendrá en jaque a las referencias más frágiles del sector durante meses.