¿Qué causó el megapagón?
¿La ineficiencia de quienes quedaron manejando el sistema eléctrico? ¿La falta de mantenimiento que es característica principal de este régimen? ¿Un incendio? ¿La corrupción de miles de millones de dólares? ¿La iguana? ¿El fantasioso sabotaje? ¿Un macabro plan orquestado por el castrismo cubano?
¿O todos los anteriores?
Hoy Venezuela es ejemplo en el mundo. Ejemplo de lo que no hay que hacer con un país. Nuestro caso ya debe estar entrando velozmente en los libros de textos de colegios y universidades.
El perfecto manual para llevar a la quiebra un país inmensamente rico en todos los sentidos.
Probablemente pase algún tiempo hasta que tengamos “la” explicación sobre lo ocurrido con el megapagón. La verdad.
Pero por lo pronto los venezolanos vivimos una de las peores calamidades que sociedad alguna en el mundo moderno podía experimentar.
Los autores de esta catástrofe difícilmente saldrán ilesos. Es cuestión de tiempo. Estos criminales, hoy todavía en el poder, serán (mal)recordados por décadas. Ya han pasado a ocupar parte de las páginas más oscuras de la historia venezolana. Deben recibir un castigo ejemplar.
Mientras tanto, el restablecimiento completo del servició eléctrico en Venezuela es altamente improbable a corto plazo. De eso debemos estar ya alertados. Por supuesto, con el régimen asesino en el poder, menos.
Los venezolanos estamos aguantando una de las más difíciles pruebas que pueblo alguno pueda sufrir en el mundo moderno. Quisiera uno pensar que es el preludio a la solución definitiva. Ojalá.
Una pregunta que está en el tapete es: ¿podemos salir solos de este malandraje enquistado en el poder? La respuesta cada vez más clara es: no.
La otra pregunta es: ¿cuánto tiempo podremos aguantar hasta que se produzca una solución favorable…. o hasta sucumbir? Respuesta: poco tiempo. Cada vez menos.
El pleno apoyo al presidente interino Juan Guaidó sigue adelante. Su predicamento, sus acciones y su comportamiento hacen que el voto de confianza continúe. La hoja de ruta de los tres pasos también está vigente.
Pero justamente por ello se hace imprescindible que no se retrasen acciones que ya parecen absolutamente necesarias.
Una, la invocación del artículo 187, numeral 11 de la Constitución venezolana : “Corresponde a la Asamblea Nacional…. Autorizar el empleo de misiones militares venezolanas en el exterior o extranjeras en el país”.
A buen entendedor, pocas palabras.
¿Significa que invocarlo puede crear expectativas ante la población? Probablemente sí. ¿Es una solución milagrosa? No. Pero si coincidimos en que solos los venezolanos no podemos salir de este desastre, pues es necesario buscar ayuda.
¿Dónde? Afuera. Porque va siendo cada vez más claro que con la de adentro no podemos contar. Al menos hasta ahora ha sido así.
Estemos claros: si usted desea algo, lo pide. Porque si no lo pide será difícil que por arte de magia le llegue.
La otra acción claramente se refiere a la Responsabilidad de Proteger (R2P o RtoP). Un compromiso apoyado por todos los Estados miembros de las Naciones Unidas conducente a prevenir el genocidio, crímenes de guerra, limpiezas étnicas y crímenes de lesa humanidad.
Es decir: lo que está pasando en Venezuela hoy mismo.
En este caso, le corresponde a la ONU, y a su Consejo de Seguridad en específico, involucrarse debidamente y de cabeza en el caso venezolano.
Ya sabemos que allí hay países con derecho a veto. Pero adelantar ya el tema allana caminos, define posiciones y cubre instancias necesarias.
Lo cierto es que nos corresponde a nosotros, y al Presidente Guaidó como el representante y vocero que es y que reconocemos, adelantar estas peticiones. Solicitar estas ayudas. Ya.
Antes que logren apagarnos la luz.