El gran filósofo alemán Enmanuel Kant, definió lo sublime como aquello que nos causa una mezcla enorme de fascinación y de estupor que no se puede asimilar, que no es integrable a la conciencia, que no es simbolizable, lo notable de esta concepción es que tiene que ver con la ética, la enormidad que requiere el cumplimiento de un esfuerzo ético. El filósofo de Königsberg, ejemplificó esta noción con los fenómenos de la naturaleza los estallidos volcánicos, las grandes tormentas que nos dejan atónitos por su mezcla de violencia y belleza que nos deja sin habla. Igual de excesivo es para Kant el acto ético.
Este mismo concepto se puede aplicar a fenómenos sociales de forma invertida como los que está viviendo Venezuela en estos momentos, más de 72 horas pasamos sin energía eléctrica, que nos priva de los más elementales servicios básicos, sin los soportes de vida necesarios en una sociedad, todo el país sin agua, sin poder adquirir bienes y servicios por falta de medios electrónicos o de moneda corriente, sin los más elementales servicios de salud lo que ha dejado víctimas por falta de los cuidados necesarios en toda la red de hospitales y clínicas del país. Este fenómeno nos deja estupefactos, sólo que no hay mezcla de belleza y fascinación, sino mezcla de perplejidad y horror, es lo que se puede calificar de lo sublime horroroso, aquello que es imposible de integrar en nuestra conciencia, de simbolizar porque la imaginación (como facultad de la razón) no alcanza a reducir este acto maligno a parte de un proceso del entendimiento.
Pero no queremos dejar la falsa impresión de que este fenómeno paso, el horror de vivir sin servicios básicos, sin soporte vital es una situación que llego para quedarse, la situación ha mejorado en Caracas que es la parte del país que el mandarinato madurista todavía teme, pero el resto del país está sometido a la ignominiosa situación de abandono, de carencias de todo tipo desde hace años, muchas ciudades no sólo sufren de manera inclemente y sin ninguna piedad todo tipo de atrocidades sino que también a esto se suma la brutalidad de la represión.
Esta situación que vivimos los venezolanos con el comunismo castro-chavo-madurismo, a pesar de lo que se crea no es nuevo, es típico de todos los procesos en los que se implementado (o intentado implementar) un régimen radical de izquierda. Paso en Rusia donde la experiencia leninista-estalinista con el comunismo de guerra y el totalitarismo dejo el saldo de millones de muertos por inanición y otras carencias sociales y otros tantos millones en campos de concentración. Otro tanto sucedió en la China de Mao Tse Tung, con la revolución cultural, que se redujo a millones de muertos sólo para satisfacer el sueño de un genocida de cumplir las leyes de la historia. Igual pasó en Camboya con los jemeres rojos, Corea del Norte, la Cuba de Fidel Castro y otros experimentos fallidos como sendero luminoso en Perú, la FARC y el ELN en Colombia, que cobro ciento de miles de víctimas y ahora en Venezuela donde el experimento comunista fracasado suma miseria, muerte y destrucción por todo el cuerpo de la Nación.
Tenía razón Kant al asociar el fenómeno de lo sublime a la ética, el más grandioso y admirado logro de su filosofía, porque la ética es un acto imposible en que el hombre debe persistir como un esfuerzo siempre más. El significante del comunismo en su temprana concepción entre los siglos XVI y XIX, quedo atado a una concepción paradisiaca en donde el hombre podía vivir una vida inmarcesible y de felicidad, quedo vinculado a una cierta noción ética. Pero lo que en realidad terminó siendo como experiencia histórica fue un horror de violencia genocida inhumana, que ha dado refugio a los más horrorosos actos de brutalidad –recomiendo leer las Actas de la CPI sobre Camboya-. Una verdadera ética del mal que enlaza los regímenes políticos totalitarios desde el nazi pasando por el estalinismo hasta el castro-chavo-madurismo.
La respuesta de los venezolanos debe ser también ética, no debemos dejarnos engañar, la lucha contra el mal que asola al país es una lucha de todo el mundo occidental, no es hora de patriotismo baratos, sin los Aliados (sin el petróleo venezolano que fue la mayor fuente energía de esa ominosa guerra) los judíos y demás víctimas se hubiesen podrido en los campos de concentración, es la hora de la firmeza y la valentía. Debemos cerrar filas con la Asamblea nacional como cuerpo legítimo de la Nación, con Don Juan Gerardo Guaidó que es nuestro Presidente(E), que sienta la unión y la fuerza de todos los venezolanos de bien para que realicemos la tarea de dar la baja histórica a este ominoso régimen.
Pedro Vicente Castro Guillen
@pedrovcastrog