Hola que tal mi gente, las calles en las tardes se vacían, poco a poco, los alimentos se descomponen producto de los continuos apagones, el agua escasea, los restaurantes y comercios languidecen. El régimen dice “No importa”,: “todo es por un fin superior. Estamos derrotando a los al “IMPERIO”.
Ciudadanos y feligreses, en las mismas filas. Los primeros —hartos de la corrupción, y decepcionados de los partidos políticos—los segundos —los feligreses— lo hicieron convencidos de que solamente una persona tenía las soluciones —y el designio— para conseguirlo.
Hoy, y desde hace un par de semanas, unos y otros están dispuestos a pasar algunas incomodidades con tal de lograrlo. De poner su granito de arena: ese es de la honestidad. Por qué no se quejaron antes?”, repiten los feligreses; “pero, ¿y esto cuándo se acaba?”, comienzan a cuestionarse los ciudadanos.
La pregunta no es trivial. ¿Cuándo se acaba todo esto?
¿Cuándo se acaba? O, más bien, ¿qué necesitamos para que se acabe?
Una administración inepta, que cada día se ha tenido que inventar nuevos enemigos. Y un presidente legal como Guaidó que parece que no tiene bien definido el rumbo, seguimos en lo mismo, marchas y marchas pero sin ningún resultado, solo el cansancio de la población, que ya cuestiona muchas de las acciones del frente amplio ¿Qué es lo que apoya la gente, mientras espera que le llegue la electricidad a su hogar? ¿Las consecuencias de las malas decisiones de quien no sabe y no dice la verdad?
Muy dañino poner todos los huevos en la cesta del estado de ánimo, como si la lucha por la libertad fuera un problema meramente motivacional. Al contrario, la pacotilla de autoayuda (o manipulación afectiva de las masas) ha sido uno de los fardos más pesados que arrastra el país.
Más allá del enfrentamiento entre el Chavismo y los sectores democráticos, en Venezuela existe una batalla de ideas, ignorada por los partidos democráticos q quieren preservar el consenso socialdemócrata. Existen ciudadanos que desean el fin de ese consenso y ello es legítimo
Como dice Miguel Fontán, Esto es esencial para evitar que tanto el chavismo como la oposición creen al «hombre que sobra», es decir, el enemigo que no está dentro de sus seguidores. Es decir, el ciudadano que exige coherencia, responsabilidad y moral de su representación.
Ni foca, ni borrego. Todo ser humano tiene derecho a ser una persona diferenciada; sino la vida se hace insoportable, pues pierde dignidad, magnitud y sentido. Al contrario de lo que muchos operadores políticos afirman, en momentos así es cuando más importa el propio criterio.
Los feligreses seguirán vociferando: es un honor estar con Maduro y Guaido. Los ciudadanos, en cambio, tal vez podrían comenzar a preguntarse —en serio— cuándo acaba todo esto. Y cómo.
Como siempre usted elige…
#ElLiderEresTu
@joseluismonroy