La cleptocracia chavista ya es conocida a nivel mundial. Prácticamente no queda una zona geográfica del planeta en cuyos bancos los jerarcas chavistas y maduristas no hayan realizado transacciones para tratar de legitimar el dinero robado a Venezuela.
Por Carlos Tablante / @TablanteOficial
La nota mas reciente sobre el tema la publicó este lunes el medio digital español El Confidencial que hace un resumen de lo que hemos venido denunciando durante un lustro: por medio de ilegales negocios con el diferencial cambiario, altos funcionarios y sus cómplices en el sector privado saquearon un promedio de 20.000 millones de dólares anuales desde el establecimiento del control de la moneda en 2003. Es decir, aproximadamente 320.000 millones, cifra similar a la denunciada en nuestro libro El Gran Saqueo en 2015. Concluye el portal hispano, que esa cantidad supone el 20,7% del producto interior bruto de Venezuela, conforme a los datos publicados por el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Para realizar las ilegales transacciones que los enriquecieron más allá de lo siquiera imaginable por un ciudadano común, los cleptócratas no respetaron ni respetan ninguna de las necesidades básicas de los venezolanos: la importación de plantas y equipos eléctricos, de alimentos y de medicinas – en especial las compradas a Cuba como intermediaria – y de muchos otros rubros indispensables para la vida, han servido de vehículo o excusa para concretar operaciones de cambio de divisas ilegales e inmorales que enriquecieron grotescamente a ministros, directores y a sus operadores y testaferros.
Mención aparte tienen las oscuras e igualmente irregulares transacciones financieras realizadas desde la Pdvsa “roja-rojita” de Rafael Ramírez y la Oficina Nacional del Tesoro de la almirante Carmen Meléndez, el teniente Alejandro Andrade Cedeño y la mayor Claudia P. Díaz Guillén con su esposo el capitán Adrián Velásquez, en base a la misma trama cambiaria, parte de la cual ha sido confirmada por fiscales de EEUU en la investigación realizada en Florida al abogado Raúl Gorrín y sus cómplices, entre ellos uno de los socios principales de la contratista eléctrica Derwick Associates, Francisco Convit Guruceaga.
La crisis humanitaria que hoy sufre Venezuela se debe a la incapacidad de quienes integran el régimen pero sobre todo a la desmedida codicia que los caracteriza, la cual no ha disminuido ni siquiera con las enfermedades, la muerte, la violencia, ni el desplazamiento obligado de millones de venezolanos ocasionado por la falta de libertad y la violencia, pero sobre todo por el colapso de la economía y los servicios públicos.
Los escándalos de corrupción del arruinado sector eléctrico, por ejemplo, comenzaron en 2011, sin embargo, a pesar de ello, el general Luis Motta Domínguez, que asumió como ministro de Energía Eléctrica y presidente de Corpoelec varios años después, no tuvo reparo ninguno en continuar la trama de sobreprecios y sobornos, tal como quedó evidenciado hace un mes con la detención en Miami de su cómplice y testaferro Jesús Ramón Veroes, conocido comerciante de la Isla de Margarita, quien hoy se encuentra colaborando con las autoridades de EEUU.
Utilizar el hambre de un pueblo para enriquecerse ha sido otro de los perversos mecanismos a través del cual se han enriquecido funcionarios y seudo empresarios.
En la primera página del diario Últimas Noticias del 8 de junio de 2015 apareció una promesa de las tantas incumplidas por el régimen del autócrata Maduro. Decía el titular: “En dos meses estará resuelto el abastecimiento”. El anuncio lo hacía el ministro de Alimentación, general Carlos Osorio, relacionado con cuestionados proveedores, entre ellos, Naman Wakil, dueño de varias empresas de maletín con las cuales realizó decenas de importaciones irregulares de alimentos con sobreprecio y de pésima calidad o a punto de caducar, tal como quedó en evidencia en el expediente No. 318350-2016 de la investigación que adelantó el Ministerio Público de Venezuela hace tres años. El mismo Naman Wakil que transfirió casi 6 millones de dólares a las cuentas en un banco suizo de los cuñados del general Carlos Osorio cuando este controlaba el Ministerio de Alimentación y la desaparecida CASA.
No es casual que la mayoría de los protagonistas de los peores escándalos de corrupción de la historia de nuestro país sean militares.
Como ya dijimos en el libro El Gran Saqueo, en Venezuela, la Fuerza Armada Nacional, que nunca debió estar al servicio de ninguna parcialidad política, fue convertida por Hugo Chávez en una especie de partido militar que no solo actúa abiertamente y se involucra en el debate político favoreciendo siempre el patrón del partido único, el líder único y el pensamiento único, al margen de la Constitución, sino que también, a través de una parte de sus miembros, nombrados por Maduro en posiciones clave de la administración pública, han tenido el control de las finanzas oficiales.
Por todo esto y por lo complicado de la situación, debemos continuar la presión interna y externa sobre el régimen, como ha dicho el presidente (E) Juan Guaidó.
Considero que así como se ha abierto el canal humanitario para atender la emergencia social, se podría transitar también el camino de la Política para propiciar desde la Asamblea Nacional la realización de unas elecciones libres y verdaderas, ya que lo deseable es que nuestro conflicto se resuelva con votos y no con balas.