Cientos de turistas observaron conmocionados a actores vestidos como soldados romanos atravesar con clavos de cuatro pulgadas las manos y los pies de un hombre filipino en una cruz de madera, en una recreación de Viernes Santo de la crucifixión de Jesucristo.
El sangriento despliegue de devoción, que la Iglesia católica romana de Filipinas no aprueba, atrae año tras año a turistas a la provincia de Pampanga, al norte de la capital, mientras penitentes descalzos se azotan hasta sangrar.
“Pensé que no serían clavados pero fue de verdad”, dijo el turista alemán Johann Tenken.
Los devotos creen que su penitencia lavará sus pecados, curará enfermedades y llevará a bendiciones.
Las crucifixiones son la muestra más extrema de fe en el país, mayoritariamente católico, donde millones de personas oran y ayunan antes del fin de semana de Pascua.
Otros cinco filipinos fueron clavados en cruces en otros dos pueblos de Pampanga.
“Al final del día, hay que respetar a las personas que hacen esto porque es devoción”, dijo la turista filipina Bianca Yao.
Reuters