El crimen de la ballesta: retrato de una secta obsesionada con la alquimia y el sexo

El crimen de la ballesta: retrato de una secta obsesionada con la alquimia y el sexo

La empleada de la limpieza quedó paralizada. Se disponía al repaso rutinario de una de las habitaciones de la Pensión «Zur Trifftsperre» de Passau, situada en una zona boscosa del sur de Alemania, cuando al abrir la puerta se topó con el sangriento escenario. Dos cadáveres aparecían ordenadamente tumbados en la cama, dados de la mano, imitando la forma en que los reyes del Medievo se hacían representar en sus sepulcros pero con un detalle que rompía con cualquier aspiración de armonía romántica: en los cuerpos aparecían clavadas varias flechas de ballesta. Así lo reseña abc.es

La autopsia desvelaría más tarde que la causa de la muerte fue un certero disparo al corazón en ambos casos y que el resto de las flechas fueron disparadas posteriormente. No había signos de resistencia. Un tercer cadáver yacía en el suelo, en medio de un charco de sangre y con solo una flecha clavada en la garganta. Después de haber asesinado a Thorsten W., de 53 años, y a Kerstin E., de 33, Farina C. se había quitado la vida disparándose a sí misma en el mejor ángulo que le permitía el uso de este arma y logrando traspasar su propia médula espinal. Así es como se dio cumplimiento a la voluntad de Thorsten, el líder de la secta, cuyo testamento fue hallado en la misma habitación. El contenido del documento no ha sido hecho público por las autoridades «por respeto a la intimidad de los fallecidos», «pero sí han de saber ustedes que predecía su propia muerte».





La policía busca ahora a dos miembros más de esta misma secta, los únicos que pueden aportar total claridad a los hechos. Los seis restantes miembros ya están muertos. El primero se suicidó en 2016, tras saber que el líder, Thorsten, había violado a una de las mujeres, y otras dos fueron asesinadas en un apartamento en Wittingen, Baja Sajonia, por envenenamiento y en lo que parece también un suicidio.

Ajena todavía a la existencia de esta secta, la policía perdió las primeras horas en la vana búsqueda de indicios de la presencia de una cuarta persona en la habitación y en el interrogatorio a todo el personal de la pensión con posible acceso al cuarto, para descubrir solamente la ausencia de conexión con los asesinados y, por tanto, de móvil para el crimen. Rápidamente cobró protagonismo el oscuro y estrafalario mundo en el que habían vivido aquellas personas, siempre en torno a un juego psicológico de dominación y en escenarios de culto a las tradiciones medievales y la alquimia. Todas las pruebas apuntan a un suicidio en grupo o asesinato consentido organizado hasta el último detalle por el líder del grupo.

Falso psicólogo

Torsten W. se había formado como carpintero aunque se presentaba a menudo como falso psicólogo y trabajaba en Hachenburg, Renania-Palatinado, hasta que abandonó su profesión para abrir una tienda de objetos medievales junto con un club de artes de defensa al que puso el nombre de Muay Thai. Alquiló una granja de caballos en Baja Sajonia y fundó allí una especie de comunidad en la que convivía con varias mujeres a las que dominaba.

«Tenía una gran capacidad de manipulación, buscaba a personas psicológicamente débiles y las iba sometiendo a progresivas humillaciones hasta que se hacía con el poder sobre su voluntad», relata Rolf Will, un detective privado contratado por los padres de Farina cuando percibieron comportamientos extraños y destructivos en la joven. «Había contactado con ella a través de uno de sus profesores, que después se suicidó. Buscaba mujeres con un perfil psicológico muy concreto y las hacía sentir parte de un grupo que las protegía».

Su investigación debió finalizar cuando Farina, mayor de edad, denunció a sus padres por acoso. Para entonces ya había sido sometida a un rapado de cabeza, varias perforaciones y largas sesiones grupales en las que era disminuida su autoestima. «Siempre pagaba en efectivo, hablaba solo él mientras las mujeres esperaban en silencio mirando al suelo», recuerda el casero que le alquilaba el local, Alexander Krüger. Juntos asistían a recreaciones de torneos medievales por toda Europa y cuando reservaron por internet la habitación en Passau lo hicieron desde uno de ellos en Austria.

A la parafernalia del medievo se sumaba un alto componente sexual en las relaciones de grupo, en las que la policía no ha logrado discernir quién mantenía relaciones con quién y en las que parecen dibujarse compromisos a varias bandas.

Una situación sin salida

«Este tipo de suicidios colectivos son muy raros y se dan solamente en comunidades de destino y en casos desesperados, por lo que habría todavía que encontrar el detonante», juzga el psicólogo criminal Doctor Rudolf Egg, «el requisito fundamental es una personalidad dominante que lleva al grupo a una situación sin salida y para la que ofrece una vía única que consiste en quitarse la vida».

«Mucho antes de evitar el contacto con nosotros ya solo importaban Torsten, hablaba de él a todas horas con fascinación y en un principio creímos solamente que estaba enamorada», llora la madre de una de las fallecidas, «ahora sabemos que estaba bajo un poder de persuasión que la llevó incluso hasta la muerte».

El primer registro que la policía realizó en el local de la tienda de objetos medievales dejó en evidencia una clara tendencia a la violencia grotesca y al oscurantismo. Sobre el mostrador principal, un maniquí encadenado con grilletes, parte de la cara rota y manchado de sangre debió ser signo de sadomasoqismo reconocible para la clientela. «Se intuía lo que pasaba pero nadie se metía porque lo que cada uno haga con su vida es cosa suya», dice el dueño del local.