Doloroso, Emeterio Gómez ha perdido la memoria. Doloroso sobre todo al tratarse de un intelectual, probado dentro y fuera de las aulas.
Cómo Juan Nuño, fue un referente del marxismo venezolano que demostró un extraordinario calibre para la polémica. Y, como Juan, debate por delante, evolucionó.
Emeterio llegó al liberalismo cuando aún era impopular y encabezó una cruzadas en su defensa, antes inimaginable. En los medios académicos, en la prensa escrita y audio visual, en cualesquiera ambientes, hizo – por ejemplo – más que Carlos Rangel, quién defendió el libre mercado aunque sus programas de opinión, realizados con Sofía, casi siempre rindieron tributo al status quo.
Fue temible el economista, por su enorme capacidad y habilidad, soportando el rechazo de los encapuchados que saboreaban su presencia en la UCV. Tenido porque, el origen de sus preocupaciones, supo más de marxismo que todos sus atacantes de una izquierda miserable, hoy en el poder en Venezuela.
Emeterio nos inquietó cuando los famosos y coincidentes programas de gobierno de los principales candidatos presidenciales de 1988, abriendo puertas entre el socialcristianismo y el liberalismo. Ahora tiene una extraordinaria vigencia, siendo la economía abierta y competitiva la alternativa más realista ante la catástrofe socialista.