Los que deliran con la utopía de una democracia sin mercados, o simplemente mercados, pero proscribiendo la democracia, cuando lo que cabe es una democracia con mercados, con justicia social, con libertad plena, con oportunidades, con empleabilidad, con servicios básicos eficientes, con instituciones que funcionen bien y con Estado de derecho sólido, macizo, como base de la indispensable gobernabilidad. Economía con democracia para vivir con dignidad, con bienestar y democracia con libertad para pensar, hacer realidad nuestras convicciones, poder defender nuestros principios sin más limitaciones que no sean esos códigos que nosotros mismos nos impongamos para cohabitar en diversidad.
Soy un liberal de formación y de profundas convicciones. Demócrata a carta cabal, así lo seré siempre. Ahora bien, los que denigran del pensamiento liberal se centran en hacer aparecer esta corriente de pensamiento como que siempre se desliza al tema simplista de lo económico, de lo mercantilista. No es así. La libertad de la persona es lo medular. Y tiene que ser así, nada más importa que los derechos a realizar los sueños de cada ser humano sin más limitaciones que el respeto al derecho a soñar del semejante. A pensar libremente, a emprender para progresar, para ser creador de riquezas que satisfagan las aspiraciones de cada persona sin renunciar a los valores de la solidaridad con el prójimo.
Por eso apuesto a Una Economía Solidaria de Mercado. En ese concepto encaja la responsabilidad de un Estado eficiente, más no paternalista. Un Estado que no se entrometa en áreas que perfectamente pueden encontrar aliento en la iniciativa privada, en la fuerza de la participación ciudadana.
Requerimos de gobernantes que ofrezcan a los ciudadanos posibilidades de estudiar, como me la dio la democracia invirtiendo en la escuela Vicente Peña y en Liceo Juan German Roscio de San Juan de los Morros donde cursé estudios de primaria y secundaría respectivamente. De las aulas de clase salía a recibir asistencia médica en los maternales equipados con insumos, instrumento y personal especializado.
La luz del pueblo la proveía CADAFE y el agua salía por los grifos porque la democracia construyó las plantas generadoras de electricidad, los embalses y acueductos. Esas deben ser las prioridades de un Estado solidario. Enseñar, educar, garantizar la gobernabilidad y administrar con trasparencia. Atender los asuntos esenciales para un ser humano como son la salud, la educación, la vivienda, la seguridad, los servicios públicos, crear las condiciones legales y de infraestructura para que haya crecimiento económico, desarrollo humano, que la gente disfrute de empleos estables y bien remunerados.
Espero que deduzcan que sí nos atuviéramos a que “el mercado sin democracia” construya los acueductos y los sistemas de iluminación de nuestros pueblos, todavía San Juan De Los Morros, estuviera esperando la luz y el agua.