Los trabajadores del hospital Psiquiátrico de Lídice no aguantaron más y decidieron alzar la voz. “Es el hospital más olvidado, los pacientes con patologías mentales nunca han sido tomados en cuenta y en medio de esta crisis asistencial menos. A ellos lo que les sobra es desidia y abandono, duermen al lado de sus heces y orina”, dijo Peter Contreras, delegado sindical. Así lo reseña cronica.uno
En la puerta del nosocomio, ubicado en Lídice, recibieron a los periodistas con un tapabocas. Lo usan por seguridad, pese a que el insumo no abunda en el centro. Los trabajadores hicieron el esfuerzo de comprar unos cuantos para que los representantes de los medios de comunicación pudieran entrar.
La contaminación es alta en este recinto. Desde la entrada se siente el olor a orine y a heces. Además, se combina con el de la sangre y carne en descomposición que sale de la sala 3 donde deberían estar internados los pacientes con depresiones.
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Sin embargo, hay 11 que fueron transferidos del psiquiátrico de Macaira de Anare, que está colapsado.
Entre ellos está José Gregorio Martínez. Lleva 15 días hospitalizado en un cuarto que tiene el piso lleno de sangre y las paredes manchadas con heces.
El señor llegó con el pie izquierdo necrótico. Según contó, en medio del dolor, un cayo se le infectó y se fue comiendo la piel, la carne y los huesos.
No ha recibido tratamiento desde que llegó. Las enfermeras hacen lo que pueden. “Pero por qué no me dan un calmante, esto me duele mucho”, gritaba el hombre.
En el hospital psiquiátrico no hay medicinas para la infección, ni para el dolor. Tampoco hay antidepresivos ni medicamentos para casos psicóticos.
El señor José se quejaba de la comida. “Tengo hambre”, vociferaba. Al mediodía de este jueves les sirvieron pasta con lentejas.
Los enfermos, agolpados en las rejas, pedían agua. Pero la que había estaba sucia y almacenada en pipotes.
Hospital psiquiátrico en ruinas
En la sala 1 donde están los pacientes psicóticos la falta de mantenimiento está a la orden del día. Johana Hernández, enfermera del turno nocturno, denunció que hay 9 pacientes en la emergencia en situación deplorable. Los cinco hombres duermen en un ala sin luz. Y las cuatro mujeres, con trastorno bipolar, dicen que no hay agua, piden que vayan sus familiares y sostienen que no les dan medicamentos.
Por lo general, en las salas deberían estar 14 pacientes. Aún así, con los pocos que hay es imposible garantizar la debida atención. En todo el hospital hay cerca de 48 internos y todos pasan las mismas calamidades.
La mayor parte de la infraestructura está abandonada. Los techos se caen a pedazos, hay camas arrumadas y desmanteladas por los pasillos. Los baños de la sala 3, por citar una, no tienen pocetas. Los pacientes —seis para el momento de la visita— hacen sus necesidades en el suelo. Incluso hay una de las habitaciones que tiene en las paredes palabras escritas con heces.
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