La marcha del 5 de julio a seis meses de Guaidó

La marcha del 5 de julio a seis meses de Guaidó

REUTERS/Manaure Quintero

“No tenemos miedo, eso es lo importante, pero te quiero vivo”, fueron las palabras que sentenció un profesor jubilado a joven que golpeaba con fuerza el murciélago desplegado por efectivos de la Policía Nacional Bolivariana en la avenida principal de Boleíta, luego de finalizada la movilización convocada por el presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó desde los alrededores del PNUD en Altamira hasta la sede principal de la Dirección de Contrainteligencia Militar.

Raylí Luján / LaPatilla

El hombre, que también propinó su respectivo reclamo a los efectivos policiales por impedir el acceso a la zona norte donde se encuentra la Dgcim, se encargó junto a otras dos mujeres de hacer retroceder a los jóvenes que en ese momento representaron a la llamada resistencia.





Minutos antes de que los asistentes a la concentración entonarán el Himno Nacional a una cuadra de esa área, Guaidó lo había dejado claro: “No les daremos el gusto de que repriman”. Muchos lo asimilaron y se retiraron. Incluso le hicieron ver a quienes no se mostraron muy convencidos que era lo correcto. No hubo represión, no hubo muertos ni heridos.

Steffany Carvajal / LaPatilla

Todo el recorrido de la marcha por la avenida Rómulo Gallegos había estado siendo monitoreado por miembros de inteligencia militar, efectivos de la PNB y colectivos armados a bordo de camionetas sin placas. El encargado de un edificio empresarial en la zona denunció que habían sido visitados la noche anterior por los mismos efectivos del Dgcim, quienes amenazaron con tomar las instalaciones si veían a la prensa en las terrazas haciendo transmisiones. Ocurrió igualmente con algunas residencias.

Civiles armados en moto daban vueltas durante la mañana mientras la concentración crecía. Dos cuadras de la avenida Francisco de Miranda fueron completamente tomadas cuando el reloj marcaba la 1 de la tarde. Guaidó desde la estatua del generalísimo Francisco de Miranda frente al Parque Miranda ofreció el discurso que dio inicio a la caminata.

“No me excuso ante el mundo de las acciones que vamos hacer, asumo mi responsabilidad de las acciones que vamos a invocar, asumo nuestras responsabilidades”, fue parte de lo expresado por el presidente del Parlamento.

Guaidó venía de encabezar la sesión solemne por los 208 años de la independencia de Venezuela. El acto protocolar estuvo acompañado de embajadores y cónsules que llegaron al edificio administrativo de la AN alrededor de las 10 de la mañana. Todos esperaron que culminara la sesión de la Asamblea Nacional Constituyente para luego ser escoltados hasta el Palacio Federal Legislativo, rodeado de Guardias Nacionales Bolivarianos y colectivos.

María Gabriela Lara / LaPatilla

Los embajadores pudieron presenciar algo que nunca había ocurrido en 108 años. El acceso hacia el salón Elíptico para los actos protocolares frente al acta de independencia fue impedido. El mayor Leonardo Malaguera, comandante de la unidad de la GNB en la Asamblea solo indicó que no habían recibido la convocatoria para la exhibición del acta.

Ninguno de los representantes diplomáticos quiso emitir declaraciones respecto al informe de la Alta Comisionada de la ONU para los derechos humanos, Michelle Bachelet, habiendo sido este un duro golpe para el régimen, que sí se mostraba atento a cualquier reacción, incluso interna.

El despliegue militar que pudo verse en Los Caobos, donde reposaron ballenas, tácticos y convoy durante todo el día, estuvo por encima de la medida regular. También la cantidad de fuerza chavista motorizada acompañándoles a escasos metros en el refugio ubicado en la autopista Francisco Fajardo frente al Jardín Botánico.

Estas dos imágenes no fueron acorde con el discurso que ha mantenido Nicolás Maduro sobre lo “desinflado” que puede estar Juan Guaidó, quien a 6 meses de su juramentación y con las críticas que esto le ha acarreado, encabezó una movilización que sorprendió con una aceptable asistencia frente a las pocas expectativas en un clima de terror.

Juan Peraza / LaPatilla