En el Bulletin of Atomic Scientists de este mes, las personas que crearon el famoso “Doomsday Clock” para recordarnos el continuo riesgo de guerra nuclear, el experto en informática cibernética Herbert Lin hace una afirmación sorprendente: la información falsa amenaza el futuro de la humanidad
Por DMB | lapatilla.com
En una nota en publicada en Gzero, señalan que en resumen, el Sr. Lin argumenta que la “corrupción del sistema de información” amplifica las amenazas existenciales planteadas por las armas nucleares y el cambio climático, pero insiste en que “la guerra de información cibernética también se ha convertido en una amenaza existencial por derecho propio”.
Lin advierte de una “distopía global de la información, en la que los pilares del autogobierno democrático moderno —lógica, verdad y realidad— están destrozados, y los valores de la Ilustración de la ley minan la civilización en todo el mundo”.
¿Qué es la “corrupción del sistema de información” y la “guerra de información habilitada por Internet”? En el siglo veintiuno, los flujos de información son el alma de la sociedad. Pero Lin advierte que las redes sociales se utilizan cada vez más para inyectar información falsa o engañosa en esa corriente sanguínea. Este nuevo tipo de propaganda es, en cierto modo, más insidioso y difícil de detectar que la propaganda tradicional, que se emite a través de los medios de comunicación públicos y, a menudo, centralizados.
Si un gran número de personas consume regularmente información falsa, dice Lin, perderán la confianza en las instituciones que gobiernan la sociedad y la información vital que proporcionan.
Además, la desinformación dirigida puede hacer que las guerras sean más probables; Imagina el impacto de Facebook y Twitter durante la crisis de los misiles en Cuba. También pueden desencadenar crisis sanitarias nacionales e internacionales al socavar la confianza pública en los métodos de prevención y tratamiento. Pueden exacerbar los efectos del cambio climático al interpretarlo como un engaño.
El lado oscuro de la libertad de información
No hace mucho, celebramos una nueva era de conectividad global, búsquedas de información con la punta de los dedos, autoedición, fuentes de información aparentemente infinitas y la llegada de dispositivos de bolsillo con más capacidad mental que los supercomputadores de hace una generación.
Pero como advierte el informe, estos “aumentos en el volumen y la velocidad de la información han creado un entorno de información más ruidoso y caótico que estimula el pensamiento, la reacción y la acción rápidos, enojados, reflexivos, intuitivos y viscerales en las personas y, por lo tanto, desplaza a los más complejos: el pensamiento reflexivo y racional”.
Ya hemos visto:
• El uso ubicuo de los motores de búsqueda que arrojan resultados se basan principalmente en la popularidad de las respuestas en lugar de su precisión.
• La “formación de cámaras de eco y burbujas de medios que refuerzan las creencias preexistentes”.
• Minería de datos a gran escala que permite a los propagandistas de la era digital tamizar grandes cantidades de datos personales para identificar y dirigir a los más susceptibles a tipos específicos de “noticias falsas”.
• Transferencias de datos increíblemente rápidas, que permiten que la información falsa se propague más rápidamente.
• Voces generadas por computadora e imágenes manipuladas que son casi indistinguibles de las reales.
¿La solución?
De acuerdo con Lin, necesitamos “mejores formas de identificar campañas de guerra de información basadas en la información cibernética del adversario; buenas contramedidas para ayudar a los seres humanos a resistir el uso de operaciones de guerra de información habilitada por el ciberespacio dirigidas contra ellos; exponer el uso del adversario de las operaciones de guerra de información habilitada por el ciberespacio”.
La complicación
los seres humanos no siempre son buscadores de la verdad. Como se reconoce en este informe, todos somos culpables en el momento de creer lo que queremos creer, creando una demanda de información falsa para cumplir con la oferta.
Enseñar a las personas a reconocer las noticias falsas es importante. Persuadirlos de que deberían tratar de separar los hechos de la ficción es un desafío diferente.