Con los ojos muy abiertos, rapado y sin mostacho, lejos del intimidante criminal del que se narran capítulos temerarios en los narcocorridos. Esa es la última imagen que se conocerá en mucho tiempo de Joaquín “El Chapo” Guzmán. Así lo reseña infobae.com
La agencia de noticias Notimex dio a conocer este jueves un video del criminal sinaloense, registrado en sus últimos días en una prisión mexicana.
Era el 2017 en la cárcel de máxima seguridad del Altiplano en el Estado de México, poco antes de ser trasladado de forma inesperada al penal de Ciudad Juárez, en el estado de Chihuahua, y posteriormente extraditado a los Estados Unidos.
Guzmán Loera, a quien se le responsabiliza por encabezar el Cártel de Sinaloa, uno de los más poderoso del mundo en su momento, se ve reducido, reclamando por más horas de sueño.
El reportaje de Hugo Gutiérrez deja ver una faceta distinta del temible criminal acusado de ordenar decenas de homicidios.
“Usted sabe de mi comportamiento y eso, para que le explique aquí al titular para… pues… si yo no cumplo con mi comportamiento y no cumplo con el reglamento…”, dice “El Chapo” a Eduardo Guerrero Durán, asesor penitenciario de Nuevo León y custodio del narcotraficante en ese momento.
Guerrero Durán explicó que Guzmán Loera, sentenciado a cadena perpetua más 30 años adicionales por la justicia estadounidense, consultó en una ocasión a un terapeuta del penal y argumentó su buena conducta para recibir mejor trato durante su estadía en Almoloya.
“La bronca es que te has ido (fugado) dos veces, pues”, le explica Guerrero Durán al Chapo durante su diálogo.
“Bueno, pero eso es otra cosa”, le contesta Guzmán Loera.
“No, ¿cómo que otra cosa? Para eso son las medidas de seguridad”, responde el funcionario.
“¡Ah, no!, la seguridad, yo no estoy diciendo que no haiga (sic)”, agregó el narcotraficante.
Con un tono de voz tenue, a veces entrecortado, el Chapo se muestra extrañado cuando le informan que saben de movimientos extraños en el inodoro para que no se escuchen las vibraciones porque le construyen otro túnel para escapar.
Guzmán Loera no recibió ningún beneficio del sistema judicial de los Estados Unidos. La pena fue la máxima que se le podía imponer y su destino es más oscuro que todo lo que pudo vivir en el Altiplano.
Horas después del audiencia en que fue sentenciado, el hombre nacido en Badiraguato fue trasladado de la prisión de Nueva York donde estuvo recluido los dos últimos años, con destino clasificado.
A pesar del sigilo con el que las autoridades estadounidenses manejaron el destino de Guzmán Loera, es un secreto a voces que su destino será la prisión de máxima seguridad ADX Florecene.
El juez Brian Cogan sentenció este miércoles a cadena perpetua más 30 años, a Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, por lo que el narcotraficante mexicano de 62 años de edad, deberá cumplir su condena en la temida prisión de ADX Florence, conocida como la “Alcatraz de las Montañas Rocosas” o “Super Max”
Se espera que el narcotraficante sinaloense se una a una lista de temibles presos cuando comience a cumplir su condena en la Penitenciaría de Máxima Seguridad Administrativa de los Estados Unidos (ADX) en el complejo penitenciario federal en Florence, Colorado.
Alberga prisioneros de cuidado, entre ellos el atacante del Maratón de Boston, Dzhokhar Tsarnaev, así como al “Unabomber” Ted Kaczynski, el conspirador de bombardeo de Oklahoma City, Terry Nichols, y hasta el conspirador Zacarias Moussaoui del 11 de septiembre.
ADX Florence, inaugurado en 1994, alberga a más de 400 de los reclusos más violentos, disruptivos y propensos a escapar de la Oficina Federal de Prisiones. Por lo que Guzmán Loera, conocido por sus dramáticas fugas de prisión, probablemente estará recluido en régimen de aislamiento durante 23 horas al día y bajo vigilancia constante con la cámara, dijo el ex director de ADX Florence, Bob Hood, a Inside Edition.
“No es como ninguna de las prisiones en las que he estado, y he estado en muchas prisiones, pero al menos en esos lugares siempre podía ver una carretera, ver el cielo”, contó el ex convicto Travis Dusenbury a The Marshall Project después de su salida de la “Supermax”.
“En el ADX no puedes ver nada, ni una autopista en la distancia, ni el cielo. Sabes que en el momento en que llegas allí no verás nada de eso por años y años. Simplemente estás apagado del mundo. Lo sientes. Te hundes en esa sensación de pavor. Es el lugar más duro que hayas visto nunca. Nada vivo, ni una pequeña hierba en algún lugar. Mi celda era completamente de concreto”, continuó.
Si bien muchos de los que están alojados en ADX Florence son terroristas extranjeros, líderes de pandillas o espías, otros están allí debido a escapes o ataques contra compañeros de celda y oficiales en otros correccionales.
Richard McNair, que cumplía una sentencia de cadena perpetua por asesinato, escapó tres veces de otras prisiones: una vez usando bálsamo labial para zafar de las esposas y, en otro caso, escapó de la prisión con bolsas de correo. Son fugas que inevitablemente hacen recordar a las del narcotraficante mexicano.
Pero nadie se escapó nunca del “Alcatraz de los rockies”. Dusenbury describió que pasaba en su celda de concreto 23 o 24 horas al día, y que a lo suma le permitían ingresar a una jaula de recreación fortificada durante una o dos horas al día.
“Cada cosa está hecha de hormigón. Las paredes, el suelo, el escritorio, el lavabo, incluso la cama, una losa de hormigón. Algunas veces te llevan a una pequeña jaula de recreación que está afuera y en la que puedes caminar una hora por día”, señaló.
El ex convicto dijo que su único contacto con otras personas se limitó a dar “apretones de manos” a otros reclusos a través de cercas en las jaulas de recreación y solo podía charlar improvisando con vecinos de celda canales de comunicación usando tuberías y rollos de papel higiénico.
“No pude hacer mucho, salvo flexiones y lectura. Puedes escribir, pero las únicas plumas que podrías conseguir son caras y apenas son pequeñas plumas de tinta de goma, de la longitud de un crayón, para que no se puedan convertir en un arma. También podías escuchar la radio, ¡pero no sintonizabas ninguna estación de rap! Lo único que me hubiera gustado hacer era dormir. Pero tuve un insomnio monstruoso. Simplemente no podía dormir”, comentó Dusenbury.
“Permanecía allí toda la noche, durante diez años sin poder dormir y al final tuve esta privación de sueño que era absolutamente monstruosa. La celda se convirtió en mi mundo y no pude salir de él, ni siquiera para dormir. Es el terror de un claustrofóbico”, abundó.
Dusenbury cayó pro primera vez en prisión a los 16 años por asalto agravado. Salió y entró varias veces desde entonces. En 2005, estaba en una prisión federal de Florida cuando atacó a un guardia de la prisión que, según él, había estado acosando a presos negros y latinos. Como castigo, lo enviaron al ADX, donde permaneció hasta enero de 2015.
“No hay personas negras en ADX, todos los empleados eran blancos, todos de clase baja, y podían ser manipulados más fácilmente por presos blancos que por presos negros. Incluso a veces llamaban “hermano” a los reclusos blancos. No podían soportarme personalmente yo no estaba en ningún tipo de pandilla ni nada -como la Hermandad Aria, la mafia mexicana- para respaldarme”, indicó.
“En general, te ven como menos que un humano. Había esta mirada despectiva todo el tiempo. Y experimentan contigo al ponerte al lado de personas con quienes sabías que tenías historias violentas. Cuando llegas al ADX, te das cuenta de que ser humano no es un derecho de nacimiento”, agregó.
En el “Alcatraz de los Rockies”, Dusenbury pudo conocer, entre otros peligrosos sujetos, a Ted Kaczynski, el “Unabomber”, que llevó a cabo una serie de ataques con bombas, muchos por correo, desde su cabina escondida en Montana. Mató a tres personas e hirió a 29 entre 1978 y 1995.
El narco mexicano se topará con esta clase de terroristas en una prisión que promete ser un infierno para el ex líder del Cartel de Sinaloa.