Fallece el cardenal cubano Jaime Ortega a los 82 años

Fallece el cardenal cubano Jaime Ortega a los 82 años

 

El cardenal cubano Jaime Ortega, fallecido este 26 de julio a los 82 años, fue un mediador innato que contribuyó al fin de las tensiones entre la Iglesia Católica y el Estado comunista, y facilitó la histórica reconciliación diplomática entre la isla y Estados Unidos.

Considerado un hombre de consensos, Ortega lideró la Iglesia en Cuba por 35 años. Al cumplir 75 años en 2011 presentó su renuncia como arzobispo de La Habana, tal como lo establecen la reglas del Vaticano.

Pero su amigo, el papa Francisco, no aceptó su renuncia hasta un año después de visitar la isla en 2015.

Ortega ejerció como facilitador de las largas conversaciones secretas con Estados Unidos, que condujeron al histórico deshielo entre ambos países en 2014, tras más de medio siglo de enemistad y enfrentamiento político.

Al acercamiento, acompañado por un intercambio de presos políticos entre los dos antiguos enemigos de la Guerra Fría, siguió la visita a la isla del expresidente Barack Obama en 2016.

A la misión que le confió el papa argentino, Ortega dedicó el libro “Encuentro, diálogo y acuerdo”, que publicó en 2017, el mismo año en que Donald Trump llegó al poder y las relaciones entre Cuba y Estados Unidos entraron en retroceso.

El actual arzobispo de La Habana, Juan de la Caridad García Rodríguez recordó del cardenal Ortega “su amable sonrisa, su inteligencia clarividente y el testimonio de un sacerdocio entregado y muchas veces sufrido”.

– Inédito diálogo –

“La Iglesia, ante toda realidad, no puede ser espectadora pasiva”, dijo este hombre de sonrisa permanente, modales suaves y paciencia de Job, que también jugó un papel clave en el restablecimiento del diálogo entre la Iglesia y el Estado cubano.

Durante el periodo de fuerte liderazgo de Fidel Castro (1959-2006), gobierno e Iglesia, única institución legal distante ideológicamente del gobierno comunista, mantuvieron relaciones tensas, en un inicio con la expulsión de sacerdotes y la confiscación de propiedades.

Pero tras la histórica visita de Juan Pablo II en enero de 1998 y bajo la tutela de Ortega, la Iglesia cambió la confrontación por el diálogo y logró erigirse en único interlocutor del gobierno.

“Agradezco a las autoridades de mi país todas las posibilidades de superar periodos críticos y momentos difíciles, y haber sido capaces de avanzar sin retrocesos por un camino de diálogo”, dijo Ortega durante su última misa como arzobispo de La Habana, en 2016.

Ordenado sacerdote a los 28 años, obispo a los 34 e investido con el capelo cardenalicio a los 58, Ortega instaló en 2010 un inédito diálogo con Raúl Castro, cuyo resultado más sonado fue la excarcelación de unos 130 presos políticos.

Ese diálogo “entre cubanos”, como lo definió, llevó también a ampliar el espacio a la práctica religiosa, la labor social de la Iglesia y a alzar la voz tanto para apoyar las reformas económicas como para criticar la gestión oficial, lo cual fue visto oficialmente como una contribución a “la unidad de la nación”.

-Hábil negociador-

Su labor, reconocida en el informe 2010 del Departamento de Estado norteamericano sobre libertad religiosa, suscitó ácidas críticas de opositores radicales y del exilio anticastrista de línea dura, que lo acusaron de una alianza con el gobierno comunista y de promover el “destierro”, pues la mayoría de los excarcelados marchó a España.

Ortega también mostró su resolución en 2012, días antes de la visita del papa Benedicto XVI, al pedir al gobierno que desalojara a 13 opositores que habían ocupado la basílica menor de la Caridad en La Habana para difundir demandas políticas.

Previamente, consiguió el compromiso de que los policías no portarían armas y los ocupantes no enfrentarían cargos.

Nacido el 18 de octubre de 1936 en Matanzas, Jaime Lucas Ortega Alamino ingresó en 1956 al seminario diocesano San Alberto Magno de esa provincia del oeste de Cuba, donde estudió filosofía y humanidades. En 1960 fue enviado a estudiar teología a Canadá.

En 1966, su labor sacerdotal fue interrumpida durante ocho meses cuando fue reclutado por las Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP), campos de internamiento para religiosos, homosexuales y otros mal vistos, en sustitución del servicio militar obligatorio.

A su salida de la UMAP, su padre le propuso emigrar pero no aceptó. “Nunca deseé vivir fuera de Cuba (…), país que quiero con el alma”, contó en 2011.

AFP

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