Alfredo Maldonado: Juego de Tronos

Alfredo Maldonado: Juego de Tronos

Como en la serie, hemos visto en Venezuela los variados reinos y sus diferencias, personajes que surgen triunfantes y esperanzadores y desaparecen apagados y olvidados, reyes y favoritos que van y vienen, propietarios prepotentes y esclavos complacientes, la mescolanza de lo humano y lo que habla de divinidad, y hasta se la cree, pero no la tiene. Sólo son humanos con poder pero temporalidad que igual pueden ordenar arrestos sin respaldo legal, torturas sin respaldo moral, asesinatos sin respaldo humano, que sufrir hernias, irritaciones de la piel, deterioros con nombres alemanes como Alzheimer o anglosajones como Parkinson, diarreas indetenibles o infartos fulminantes. A algunos ya les pasó.

Todo eso y mas en el mismo país que discute, dialoga, propone y deja que sus ciudadanos se vayan muriendo de hambre, tristeza, desesperación y confusión. Un juego letal y doloroso de tronos que mucho proponen y reclaman a cambio, pero poco cumplen. Dialogar, intercambiar exigencias y propuestas, prebendas y sacrificios, es importante, pero la comprensión y la voluntad de las personas lo es más. Que es lo que no parece haber entre los reinos.

Pero no hablemos de que dialogar es preferible a las invasiones –pues ya estamos invadidos de cubanos, iraníes y terroristas diversos- y a la guerra, pues en Venezuela se combate a tiros día y noche. Los únicos que no han llegado a disparar son los cazas estadounidenses ni los tanques colombianos y brasileños, pero no hacen falta. Como en Corea, en Vietnam y en el Medio Oriente, el juego de estos tronos es dialogar mientras se combate.





Para asegurar aún más su situación, o para hacer creer que defiende su trono, el nervioso rey Maduro mete a martillazos a los milicianos en la Guardia Nacional, es decir, inyecta a viejitos y no tan viejitos pero todos mal formados fanáticos en un cuerpo acostumbrado a la disciplina y la línea de mando que, además, ha sido expuesto al odio público y es sometido actualmente a la mala calidad de su manutención, eso que llaman “apresto operacional”.

La milicia que inventó Chávez en previsión de un ejército personal, pretorianos de la revolución, ha estado siempre entre el sí vamos y quien sabe, entre uniformados sin profundidad y honduras con uniformes claros. Siempre estuvo mas o menos bajo la supervisión de la Guardia Nacional, ahora es parte de ella.

No es otro reino, es la complicación de uno ya existente en una tierra tan cargada de complicaciones que termina por hacerse simple, y eso se está discutiendo en Lima. Por cierto, en ausencia de dos de los tres megarreinos, imperios, y presencia activa del más interesado.

En Barbados y en Lima se dialoga mucho, justamente porque los tronos son pocos y no son cosa de juego.