El embajador de Estados Unidos en Nicaragua, Kevin Sullivan, expresó “la profunda preocupación” en Washington por la decisión del presidente Daniel Ortega de abandonar el diálogo con la oposición y llamó a retomar la negociación para resolver la crisis interna.
“Mi gobierno comparte el criterio que negociaciones serias, que resuelvan los principales temas, es el camino para acabar con el sufrimiento en Nicaragua”, dijo Sullivan en la noche del miércoles en un encuentro con periodistas.
El gobierno dio por terminadas las pláticas el pasado 30 de julio, al cumplirse un plazo dado por la oposición para retomar el diálogo, suspendido desde mayo, que buscaba solución a la crisis que afecta al país desde hace más de un año.
El diplomático recordó que las negociaciones “ofrecían la posibilidad de alcanzar una solución negociada para que Nicaragua pudiera retomar el sendero de la democracia, el respeto a los derechos humanos y el desarrollo económico”.
La oposición demanda al gobierno que cumpla con acuerdos relativos a la liberación total de “presos políticos”, las libertades ciudadanas y abordar el tema de las reformas electorales y devolución de bienes a medios de comunicación.
“La negativa del gobierno de cumplir con estos compromisos obstaculizó la posibilidad de avanzar en las negociaciones en los meses de abril y mayo” lo que se “dificultó más” con la muerte por disparos de un opositor en la cárcel, recordó Sullivan.
El diplomático consideró que “el gobierno debería regresar a la mesa de negociaciones y cumplir con lo que se comprometió”, con la opositora Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD).
Según Sullivan, si el gobierno mantiene su rechazo de volver a las negociaciones, “esto será ciertamente un elemento importante que los países miembros de la OEA, incluyendo los Estados Unidos, tomarán en cuenta en su evaluación de los próximos meses”.
La crisis tiene su origen en las protestas que estallaron en abril de 2018 contra una reforma del seguro social, y que derivaron en una demanda de la salida de Ortega del poder.
La represión a los manifestantes dejó al menos 325 muertos, 2.000 heridos y 62.500 exiliados.
AFP