Llegó a España sin dinero ni trabajo para solicitar asilo político. Terminó en un refugio para personas sin techo. Salió a la calle a buscar trabajo de todo tipo para ahorrar y traer a su familia. En la última semana logró conseguir trabajo fijo y casa, el logro al que aspiran más de 1.000 venezolanos tutelados por el gobierno español y que deben abandonar los refugios en breve.
Llegó a Madrid hace año y medio con dinero para pocos días, sin conocidos ni contactos. Y la necesidad y las ganas por traer rápidamente a su esposa y sus tres hijos fueron el motor que lo impulsaron a buscar trabajo de cualquier cosa.
Fotógrafo de profesión, Jack Bocaranda salió a la calle a buscar trabajo o dinero hasta debajo de las piedras. Repartió flyers en los locales del centro de Madrid y pedía a sus amigos que acudieran allí a tomar algo, porque cobraba comisiones en función de la clientela que captase. Entraba en cualquier tienda ofreciendo sus servicios y hacía fotos a los food trucks asentados en las afueras de los estadios de fútbol. Les regalaba una tarjeta y se presentaba como fotógrafo.
Cuando caminaba por las calles en busca de oportunidades, se fijó en un pequeño detalle que forma parte del paisaje urbano de Madrid: los parabrisas de los automóviles estacionados en la calle estaban llenos de tarjetas con fotos de mujeres (muchas de ellas asiáticas) ofreciendo masajes y servicios sexuales.
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