Tras un período de relativa calma, el dólar se ha disparado en Venezuela y en las últimas cuatro semanas la cotización oficial acumula un salto de 101% que comenzó a influir en el precio de una amplia gama de productos y servicios como alimentos básicos, electrodomésticos y el costo de la medicina privada. Así lo reseña infobae.com
Por Víctor Slamerón
La economía venezolana es altamente dependiente de las importaciones y el dólar se ha convertido en la referencia para establecer tarifas, costos y márgenes de ganancia porque el incesante incremento de los precios destruye la confianza en la moneda: según la medición que realiza la Asamblea Nacional, de mayoría opositora pero único organismo que aporta cifras oficiales, en julio la inflación fue de 33,8%, diez puntos sobre el mes anterior, y en el año acumula un salto de 1.579%.
La semana pasada el precio de un kilo de carne, el cartón de huevos y un kilo de jamón se elevó entre 30% y 40% en los mercados populares de Caracas, mientras que el salario mínimo, que ha pasado a ser meramente simbólico, se hundió al punto de que solo equivale a tres dólares.
Economistas coinciden en que el desequilibrio que impulsa la escalada del dólar obedece a que la oferta de divisas es ínfima y la demanda muy elevada gracias a un caótico manejo de las finanzas públicas donde el Gobierno no ahorró durante el período de los altos precios del petróleo, se endeudó masivamente hasta perder el acceso al crédito y no realizó las inversiones necesarias para mantener la producción petrolera, que aporta nueve de cada diez dólares que ingresan al país.
Asdrúbal Oliveros, director de Ecoanalítica, considera que el ascenso del dólar no tiene mayor misterio: “En un país con hiperinflación, con la principal industria exportadora en picada, con un Gobierno irresponsable en el manejo de las finanzas públicas que destruyó la confianza en la moneda y con un gravísimo problema político, no se puede pretender que el tipo de cambio no refleje semejante entorno“.
A fin de disminuir los préstamos para la compra de divisas y tratar de contener el ascenso del dólar por esta vía, las autoridades han estrangulado al crédito obligando a los bancos a congelar a manera de reserva 57% de todo el dinero que gestionan y la totalidad de las nuevas captaciones, pero el resultado ha sido mayor recesión en una economía que no crece desde 2013.
Analistas explican que el dólar sigue en alza, a pesar de la contracción del crédito, porque la administración de Nicolás Maduro crea dinero para cubrir sus gastos y gran parte de los fondos que inyecta a la economía termina dirigiéndose a la compra de dólares.
“La extrema sensibilidad del precio de la divisa a aumentos circunstanciales en la disponibilidad de bolívares en el mercado, ponen en evidencia la fragilidad de esta costosa política (la contracción del crédito) que no ataca a la raíz del problema. Pero las autoridades lucen lejos de considerar siquiera una rectificación” dice la firma Síntesis Financiera en su reporte semanal.
El cerco de Estados Unidos
El próximo 4 de septiembre vence el período de gracia que otorgó la orden ejecutiva firmada por Donald Trump el pasado 5 de agosto, para que las empresas que prestan asistencia material, financiera o tecnológica a la administración de Nicolás Maduro suspendan las relaciones comerciales; de lo contrario, se exponen al bloqueo de sus activos en Estados Unidos y a no poder operar en la principal economía del planeta.
Estados Unidos, junto a una larga lista de países, considera fraudulentas las elecciones que Nicolás Maduro esgrime como piso legal para un nuevo mandato y estas nuevas sanciones comienzan a entorpecer las exportaciones petroleras a Asia, el continente que aporta 84% de los dólares que recibe Venezuela por los barriles que coloca en el mercado.
La agencia Bloomberg reportó que China National Petroleum Corp, la compañía de energía más grande del país asiático, suspendió la compra a Venezuela de una cantidad cercana a cinco millones de barriles de petróleo en una muestra de que considera real el peligro de ser sancionada por Estados Unidos.
“Desde que Huawei fue sancionado por violar las sanciones a Irán, China sabe que las amenazas de la administración Trump pueden convertirse en realidad, en el marco de su guerra comercial. Por ende, las compras de Petrochina de crudo venezolano han cesado por el momento“, dice Ecoanalítica en un reporte enviado a sus clientes.
Un jugador clave es Rosneft, la petrolera rusa que en julio recibió de Venezuela 430.000 barriles diarios de petróleo que revendió a países asiáticos, principalmente a India. Rosneft controla 49% de las acciones de Nayara, la empresa que posee la segunda refinería más importante de India.
Hasta ahora Rusia le ha dado respaldo diplomático al gobierno de Nicolás Maduro y el presidente de Rosneft, Igor Sechin, quien visitó Caracas en noviembre de 2018, es considerado uno de los hombres más poderosos en el círculo íntimo de Vladimir Putin.
Reliance, la compañía que controla la principal refinería de India, ya disminuyó la compra de petróleo a Venezuela y todo apunta a que seguirá haciéndolo en los próximos meses. Reliance forma parte de las propiedades del magnate Mukesh Ambani, quien la semana pasada anunció su intención de venderle a la empresa petrolera de Arabia Saudita, país aliado de Estados Unidos, 20% de su división de petroquímica.
“El impacto de las sanciones dependerá de la capacidad de Estados Unidos de coaccionar a los socios del régimen para que dejen de serlo, antes o después de tener que sancionarlos cuando transcurra la fecha límite del 4 de septiembre”, señala el reporte de Ecoanalítica.
Juego de operadores
Un aspecto clave es que la administración de Nicolás Maduro tiene a mano la posibilidad de aumentar la venta de petróleo a través de pequeños intermediarios, operadores por cuenta propia que compran barriles y los revenden en Asia.
Un funcionario de Pdvsa, la empresa petrolera del estado venezolano, que prefiere reservar su identidad explica que “las sanciones tendrán un efecto determinante si logran frenar la venta de petróleo a través de intermediarios, de traders que adquieren barriles a precio de descuento y los revenden a refinerías en países asiáticos como Malasia, Singapur e incluso India y China. Difícilmente el Departamento del Tesoro de Estados Unidos podrá impedir estas operaciones”.
Pero cualquier impacto en las ventas de petróleo será un golpe importante porque la caída de los ingresos ya es alarmante: antes de las nuevas sanciones las proyecciones de firmas como Torino Capital apuntaban a que este año la administración de Nicolás Maduro recibirá 15.000 millones de dólares por exportaciones petroleras, una cifra 79% inferior a la de 2014.
El desplome del ingreso de divisas ya se traduce en un feroz recorte de las importaciones que deja a las empresas sin suficiente materia prima para mantener la producción y al Banco Central sin reservas para estabilizar el tipo de cambio.
Al impacto que podrían tener las nuevas sanciones de Estados Unidos se añade el peligro de un deterioro más profundo en el sector petrolero: de acuerdo a las fuentes secundarias que emplea la OPEP, en julio la producción de Venezuela retrocedió a 742 mil barriles diarios, una magnitud que refleja un declive de 68% respecto a 2014 y funcionarios de Pdvsa, que prefieren no revelar su identidad, no descartan que la producción caiga en lo que resta de año hasta 680 mil barriles diarios.
Afirman que el general de la Guardia Nacional, Manuel Quevedo, quien fue nombrado presidente de Pdvsa en noviembre de 2017, desconoce el negocio petrolero y la empresa se ha sumergido en un caos administrativo, a lo que se agregan las constantes fallas de energía eléctrica, la renuncia del personal más preparado y el robo de equipos.
Sacos de euros
Las sanciones de Estados Unidos han comenzado a impactar la relación de la administración de Nicolás Maduro con Turquía, país al que vende el oro que extrae de las minas en el sur de Venezuela y que hasta ahora ha sido un importante proveedor de alimentos.
Bloomberg reportó que el banco con mayores activos de Turquía, Ziraat Bank, suspendió los servicios a Venezuela que permitían el pago a proveedores e importaciones a través de liras turcas.
Ecoanalítica señala que “al tratarse de un banco público de Turquía, es una señal para el resto del mercado de que las sanciones no son desestimables”.
El objetivo principal de las sanciones es entorpecer la venta de oro a Turquía, que en 2018 le reportó al gobierno venezolano 900 millones de dólares de acuerdo con datos oficiales de organismos turcos y que este año, explican funcionarios del Banco Central de Venezuela, se ha intensificado hasta crear un importante flujo de fondos sin control o auditoría de ningún tipo.
De acuerdo a estas fuentes Turquía cancela los envíos de oro con el envío de productos y euros en efectivo. Cuando la administración de Nicolás Maduro necesita cambiar parte de estos euros a bolívares para cubrir gastos en Venezuela, obliga a los bancos locales a recibir maletines de euros en efectivo que deben vender entre sus clientes.
“Se ha llegado al extremo de poner al Banco Central de Venezuela a vender euros en efectivo a través de las entidades financieras privadas del país, algo que no hace ningún banco central del mundo, esta es la muestra más evidente de la autopista de fondos poco transparente que se ha creado con Turquía y que ahora está en riesgo por las sanciones”, dice un funcionario del Banco Central.