El alarmamente aumento de los incendios en la Amazonía brasileña se debe en gran parte al avance de la deforestación y no a la temporada seca, como sostiene el gobiero de Jair Bolsanaro, explica a la AFP Paulo Moutinho, investigador del IPAM, una organismo de investigación amazónico.
P: – El ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, dijo hoy [miércoles] que el avance de los incendios se debe “al tiempo seco, el viento y el calor”. ¿Eso es así?
R: – La deforestación explica la mayor parte de los incendios. Históricamente, [los incendios] están ligados al avance de la deforestación, combinada con períodos de temporada seca intensa. Pero en este año 2019 no tenemos una sequía tan severa como la de los años anteriores y hay un aumento sustancial de los incendios.
Así que todo indica que la temporada seca no es ni mucho menos el factor predominante. Si hubiera habido más sequía, habría sido mucho peor.
P: – ¿Cómo se provocan?
R: – Los incendios siempre tuvieron la mano del hombre; el fuego se usa para limpiar las áreas ya deforestadas, para abrir caminos o para preparar la tierra de cultivo. La falta de prevención hace que esos incendios se propaguen a áreas que no se quería quemar y que están más secas. Muchas veces, si no se extinguen con la lluvia, terminan encontrando barreras de vegetación más densa y húmeda y se apagan.
P: – ¿Cuánto tardan en recuperarse esas zonas?
R: – En la Amazonía, las llamas recorren el suelo de la selva y su acción es suficiente para causar la muerte de árboles muy grandes, hasta dos años después del incendio. Los árboles muertos pierden las hojas y eso hace que haya más sol entrando en la selva, lo que provoca que esa vegetación se vuelva más inflamable. Si no hay nuevos incendios, se tarda varias décadas en recuperar la misma densidad. En algunas regiones, las zonas quemadas son invadidas por otras especies de zonas más áridas, como del cerrado [la sabana brasileña, el segundo mayor bioma de Brasil].
P: – ¿Qué consecuencias dejan esos incendios?
R: – De entrada se pierde diversidad biológica y la función de la selva, la de abastecer a la atmósfera de nubes para producir lluvia. Pero además la humareda sobre las ciudades de la Amazonía deja graves consecuencias para la salud, con graves problemas respiratorios. Y eso se traduce en daños económicos.
P: – ¿La política del gobierno de Jair Bolsonaro incentiva los incendios?
R: – No tengo datos para responder a eso (…). Te puedo decir que el problema es muy grave y el gobierno debería iniciar inmediatamente una campaña de control y prevención de la deforestación. Es un proceso que hay que interrumpir. La ocupación ilegal de tierras públicas es un robo a los brasileños. En gran parte, la deforestación es para especular y revender esa tierra más tarde.
P – ¿Cuánto ya fue deforestado en la Amazonía?
R: – El área de la cuenca amazónica [que abarca Brasil y otros países] deforestada equivale al tamaño de Francia. Es más o menos un 20%. Todavía queda un 80% de selva en pie. Todavía estamos a tiempo de evitar un colapso funcional de la selva, pero la solución tiene que ser rápida. Hay que tener en cuenta además que la degradación de la selva no se da solo por la deforestación. También por el efecto del cambio climático, por fenómenos, cada vez más frecuentes, como “El Niño”, que trae mucha sequía a la Amazonía.
AFP.