Luis Chataing puede presumir de haber competido cabeza a cabeza en popularidad con Hugo Chávez. De hecho, le ganó una batalla. Logró alcanzar el millón de seguidores en Twitter mucho antes que el fallecido presidente venezolano.
lapatilla.com
En un país donde el carisma es crucial para ganar elecciones, el humorista alguna vez se planteó seriamente incursionar en la política venezolana y perfilarse al cargo de Presidente de la República. Su objetivo era hacerle frente a todo lo que representaba el chavismo. Seguidores no le faltaban, por lo menos en las redes sociales.
Fue en 2016 cuando Chataing se vio frente a una encrucijada. “No tomé la vía política porque para hacerlo tendría que, responsablemente, dedicar todos los días de mi semana, del mes y de los próximos años a ese compromiso, y teniendo a mi primer hijo de dos años y un segundo por venir, no podría disfrutarlos junto a mi esposa, así que, con mucho dolor, me fui”.
Ese año, el humorista tuvo que replantearse su carrera. En Miami, decidió seguir haciendo entretenimiento, esta vez a su ritmo, con sus condiciones. Su humor va dirigido principalmente a los más de 4.800.000 usuarios que lo siguen por Twitter y a los 3.800.000 que lo respaldan en su cuenta de Instagram. “Ahora todos somos medio, todos generamos contenidos, levantamos audiencias”, dice.
En octubre presentará Contando historias en el Teatro Ópera de Buenos Aires, y vendrá acompañado de los también humoristas Jean Mary Curró, José Rafael Guzmán, Alex Goncalves, Manuel Silva y Led Varela. Los mismos que lo acompañaron en su último programa de TV en Venezuela, que forzadamente salió del aire por incomodarle al régimen de Maduro. “El humor, como cualquier otra expresión que cuestione al poder en Venezuela, pone en riesgo al humorista y su familia, pone en riesgo su puesto de trabajo y al medio de comunicación que lo difunda”, asegura.
-¿Cuánta seriedad hay en un humorista?
-En mi caso mucha, mucha disciplina en el método de trabajo, mucha información sobre las cosas noticiosas. Pero en paralelo protejo con recelo mi lado más absurdo, ese que me permite preservar el sarcasmo y la ironía como armas letales para desnudar los atropellos de la dictadura venezolana.
-¿Se ríe de sus propios chistes?
-En ocasiones sí. Cuando no lo hago, disfruto mucho la aparición de una rutina de comedia, de un tweet, o de un post para Instagram. Siempre he interpuesto el disfrute de mi trabajo por encima del reconocimiento que le hagan los demás, es terrible vivir en la cuerda floja de la aprobación de los demás. Dato curioso: me he dado cuenta de que, cuando estoy más enojado, me pongo más creativo, incisivo y rápido en la construcción de mi comedia.
-¿Hacer humor es una profesión de riesgo en Venezuela?
-Depende. Si se trata de humor político, sí. La dictadura de Maduro no tolera la crítica, menos con la puntería que la hace el humor. Para muestra, mi salida del canal Televen, la prohibición a humoristas críticos a presentarse en teatros o espacios administrados por el Gobierno. Recientemente cancelaron la presentación de Emilio Lovera, a último minuto, con excusas de falta de pago de impuestos. El humor, como cualquier expresión que cuestione al poder en Venezuela, pone en riesgo al humorista y su familia, pone en riesgo su puesto de trabajo y al medio de comunicación que lo difunda. Quién simpatiza con el chavismo-madurismo, simpatiza con esa forma de proceder, celebra la desventaja del opositor en la disminución de su libertad, de sus derechos.
-Hace radio, televisión, podcasts, stand up comedy. ¿Cómo se plantea los libretos? ¿El humor cambia dependiendo de la audiencia o las plataformas en las que se presente?
-Cada plataforma tiene un lenguaje propio, dimensiones diferentes. Twitter permite planteamientos de humor precisos, tipo citas/quotes. Instagram es hoy día mi medio preferido, la versatilidad de las historias, las transmisiones en vivo, ofrecen posibilidades que antes solo conseguías en las grandes networks de la industria de la comunicación. Ahora todos somos medio, todos generamos contenidos, levantamos audiencias.
-¿Hay alguna clave para hacer humor universal?
-Probablemente poner el ojo en la cotidianidad, aquellas cosas que puede que nos sucedan a todos pero que el comediante sabe destacar con ingenio, llevándolas a resoluciones inesperadas. Desde viajar en avión, hasta lo que sucede en una cena con alguien que te gusta, o cambiar el pañal de un bebé, da pie para la construcción de escenas hilarantes. Eso es lo que me atrapa de este oficio, ese juego de ajedrez, intentarlo, y disfrutar de la ruta que toman otros comediantes sobre un mismo tema, esas salidas creativas que no vi.
-Su esposa Ximena Otero ha compartido, a través de su cuenta en Instagram, el proceso de superación de la enfermedad de su hijo Sebastián, que padece del Síndrome de West. ¿Cree que las redes son una vía para sensibilizar sobre temas de los que no se habla?
-Mi esposa quiso abrir su corazón a la gente. Sabía que otras personas pasaban por lo mismo que pasábamos nosotros. Esa fue su forma de aliviar la angustia y el dolor que nos dejaba ver a Sebastián tan afectado. Lloraba todos los días, fue muy duro, pero la gente siempre estuvo ahí con nosotros, con una frase, con un saludo. Hasta el día de hoy Ximena recibe consultas de padres que pasan por la misma situación y siempre encuentra un momento para responderles, así sea brevemente, cuál fue el tratamiento que recibió nuestro hijo. Cuando perdimos nuestro primer bebé fue cuando realmente descubrimos el poder del Twitter para transmitir solidaridad, compañía, amor. Nunca lo olvidaré, nunca los olvidaré.
-Consiguió tener un millón de seguidores en Twitter antes que Hugo Chávez, y en su momento lo celebró en su programa de radio. ¿Cuán importante han sido las redes sociales en el desarrollo de su carrera?
-Para aquel entonces yo era el venezolano con más seguidores en Twitter. Fue interesante competir cabeza a cabeza en algo con el “Responsable Supremo”, así llamo a Hugo Chávez. Las redes sociales han sido una bendición en mi carrera especialmente cuando la irreverencia, ir a contracorriente, había quedado en manos de otros, quiénes decidían desde la oficina de un canal de TV o una emisora de radio si podías o no decir lo que quisieras. Ahora somos absolutamente responsables de nuestro éxito o nuestro fracaso, el mensaje llega directa y honestamente a la gente en el universo digital. No hay límites de tiempo, los anunciantes pueden segmentar sus mercados y recibir data al instante para analizar los resultados de sus inversiones. Somos afortunados de contar con las redes sociales. Gracias a esa interconexión hemos descubierto talentos de todo tipo que antes jamás hubiéramos conocido.
-Siempre fue muy crítico y frontal con Chávez, y luego con el régimen de Maduro. ¿Qué diferencias ve entre uno y otro?
-Chávez contaba con un respaldo de sus simpatizantes que estaba genuinamente amarrado al carisma, al afecto, existía un vínculo entre ellos muy emocional. Maduro no levanta la menor sospecha. La gente lo siguió porque el Responsable Supremo le ordenó que lo hicieran, que lo quisieran a juro… patético. En tiempos de Chávez tuvimos muchos presos políticos, Chávez cerró televisoras y radios, pero su verdadera ofensiva se producía desde el discurso violento e incendiario. Nicolás Maduro será recordado como el dictador más insípido de la historia. Nadie lo respeta, nadie le presta atención, por eso la maldad de su régimen ha sido encargada a Diosdado Cabello, y otros malandros con licencia para humillar, ordenar y hasta encarcelar.
-En Venezuela, cuando mandaron a sacar su programa Chataing TV del aire por presiones políticas, decidió irse luego a las tablas. Hizo un show teatral con el que recorrió el país, que además convirtió en una película y un libro. Luego siguió haciendo radio por un tiempo, pero ¿cuándo fue que decidió que no podía seguir trabajando en Venezuela? ¿Qué le llevó a tomar esa decisión?
-Después de la victoria aplastante de la opción opositora en la Asamblea Nacional en diciembre del 2015 todos respiramos aires de cambio, pero eso no duró dos semanas. El primer trimestre del año siguiente fue peor, la dictadura dejó ver que impediría como diera lugar los cambios que la Asamblea intentara realizar. Fue entonces cuando me detuve a pensar, tenía dos vías, la incursión en la política, sentía un profundo llamado a participar activamente de la lucha por los cambios. La segunda opción era mantenerme en el campo del entretenimiento, pero ya me habían sacado de la televisión y era cuestión de meses que me sacaran de la radio, me quedaba sin trabajo en mi país. Cuanto más tarde diera el paso para iniciar una nueva vida en otro país más difícil sería todo, ya no era un muchacho, tenía 49 años. No tomé la vía política porque para hacerlo tendría que, responsablemente, dedicar todos los días de mi semana, del mes y de los próximos años a ese compromiso. Y teniendo a mi primer hijo de dos años y un segundo por venir, no podría disfrutarlos junto a mi esposa, así que, con mucho dolor, me fui.
-¿Cuál cree que ha sido su mejor proyecto hasta ahora?
-Sin duda Ni tan tarde, por lo fresco, lo novedoso, por las ganas que teníamos de intentarlo todo y sorprender a todos. El apoyo de Televen en ese proyecto fue fundamental para que creciera y se fortaleciera. Ni tan tarde selló para siempre el lazo afectivo entre Erika De La Vega, mi persona, y Venezuela.
-En algún momento dijo que se postularía a la Presidencia de la República de Venezuela. ¿Sigue teniendo aspiraciones políticas?
-En algún momento lo pensé. En verdad no quiero ser presidente pero quiero que las cosas cambien para el bienestar de todos y, si en alguna forma mi aporte fuera valorado, en ese sentido no tendría la menor duda en tomar ese camino. Esa encrucijada llegó a mi vida en tiempos en que sentía que el esfuerzo de la dirigencia política-opositora venezolana estaba un poco débil en su capacidad para despertar emociones, y soy hombre de retos, me entrego por completo a las metas que me propongo, habría puesto todo y más para conseguirlo. Hoy día estoy convencido de que hay gente muy preparada que quiere participar en la reconstrucción del país, gente muy activa en que cese la usurpación de la dictadura de Maduro. Yo empujo desde mi tribuna como lo hacen todos desde adentro y fuera de Venezuela.
-Estuvo en la frontera de Venezuela y Colombia recogiendo testimonios de los migrantes. ¿Cómo fue la experiencia? ¿Qué lo impresionó más?
-Me impresionó la maldad, cómo alguien con el poder de tocar positivamente la vida de millones de personas, de cambiar el rumbo histórico de una nación, lo hace para mal. El viaje a la frontera refrendó el compromiso que tengo en no abandonar la lucha por el cambio en mi país. Los testimonios que recogí en ese viaje fueron desgarradores. A todo el que encontraba en la vía caminando desde Cúcuta hacia los destinos más distantes les hacía la pregunta: ¿Qué te impulsó a salir de tu país, así fuera caminando? Llegaba todas las noches a mi cuarto profundamente conmovido.
-Ya es medianoche en China, el late show que se transmitió por el canal Sony lo dio a conocer a una audiencia más amplia, lo llevó por toda Latinoamérica. ¿Qué le dejó esa experiencia? ¿Por qué cree que no funcionó este proyecto?
-No funcionó por inconsistencia. Por no atreverse a más, ser realmente transgresor, libre. Fue transmitido en temporadas de 13 episodios y descanso de 6 meses. Así es imposible calar en el hábito de sintonía de la gente. Me dejó la alegría de conocer México, de trabajar con ellos, de trabajar paralelamente en Azteca TV, dónde también aprendí mucho de la forma en que enfocan proyectos televisivos para la señal abierta. Me quedo con las plataformas donde pueda ser yo, mostrar mis extremos y enganchar o desprenderme de quiénes me pueda enganchar o desprender. La clave en mi éxito está en marcar tonos fuertes, sin correr esos riesgos soy simplemente uno más.
-¿Cree que el humor es algo que se tolera solo en democracia?
-El humor es una de las distintas formas de libre expresión. En consecuencia florece, se crece, es mejor en ambientes democráticos pero, en ambientes totalitarios o dictatoriales, se hace audaz, necesario, combatiente y se convierte en una poderosa arma capaz de despertar conciencias. No soy yo quién lo dice, son los entendidos. El humor es sinónimo de inteligencia.
-En una ocasión contó que el hijo de Nicolás Maduro se acercó a su camerino y confesó que tanto él como su papá eran fanáticos de su programa. ¿Qué pensó en ese momento?
-El hijo de Maduro se acercó a mi camerino luego de mi programa de TV en Televen. Fue muy educado conmigo, se acercó como un fan más de mi trayectoria. En ese momento pensé: “Qué gran oportunidad de decir cosas y ser escuchado”. Nunca he puesto en duda que mi trabajo llegue a las esferas más altas del poder, por eso pongo el mayor cuidado a cada emisión de mi programa Conectados, transmitido a diario por mis diferentes redes sociales. Quiero que sepan que no somos tontos, que les conocemos el juego y que no vamos a desfallecer. Ha sido una lucha larga, pero son ellos quiénes van a perder.
-¿Qué le diría a Maduro si pudiera enviarle un mensaje?
-La cagaste.
Así lo reseñó Sergio Moreno González || Infobae