A los presidentes con tendencias autoritarias no les gusta el sistema de división de poderes y la existencia de otros poderes independientes. Como estrategia, el gobierno de Maduro para avanzar en su ilógica tiene su ANC como traje a la medida para legitimar lo inconstitucional, además activa amenazas políticas, estas germinan en un tipo de violencias visibles e invisibles, muy difícil de ver a simple vista, ya que son las propias estructuras psíquicas de las personas las que las hacen frágiles. Nuestro análisis, se puede explicar desde un enfoque psicosocial, la sociedad venezolana, evidentemente, percibe, interpreta y reacciona ante la amenaza política de diversas formas inducidas por el gobierno nacional para frenar su proceso irreversible en su decadencia política / electoral.
Protestar en Venezuela hoy día, es considerado traición a la patria, la consigna gubernamental no importa que se pase hambre, lo significativo es mantener la revolución cueste lo que cueste. No obstante, la amenaza, la violencia y el miedo gravitan sobre la conciencia y la conducta de todos los venezolanos. El gobierno del comandante Chávez y Maduro trasfiguraron la vida normal de la gente, modificación ha puesto muchos venezolanos en niveles vulnerables.
En nuestro país, existe una violencia estratégica, el régimen es supra, amenaza, por encima del derecho y de las leyes, siempre apuntalado en la violencia estratégica. La agresión al adversario ya es práctica gubernamental común: los vejámenes a los dirigentes políticos detenidos en varios estados del país por protestar contra de Maduro, la tortura psicológica hacia los presos político, las diversas violaciones a los derechos humanos, las continuas amenazas despidos a empleados públicos por sospecha de “infidelidad” electoral hacia el Socialismo Siglo XXI, la negación – juegos de hambre – de los CLAP a los que no apoyan el proyecto revolucionario, todo un verdadero chantaje, en otras palabras es un instrumento que pretende recompensar la lealtad del 20,0% de la población que aún se mantiene estoicamente con Maduro.
Lo que no razona o no quiere razonar Maduro, que lo graves está en que la mayoría de venezolanos ya no creen en su discurso y menos que la compleja crisis país es causada por una “guerra económica” apoyada por empresarios apátridas, recibiendo órdenes del imperio Norteamericano, en nuestro análisis integral se revela 78,0% de los entrevistados no cree en la guerra económica como un argumento para soportar la aguda crisis. Es decir, Maduro inventó una “guerra económica” sospechosa incluso en su propio capital político.
Desde su llegada a Miraflores Abril de 2013, Maduro se mueve y deja deslizar su discurso en la violencia, divisionista y fabricando eventos ficticios, lo que sí es una verdad, la crisis económica se ha trasformado algo complejo por su agudización, según los diversos análisis paradigmáticos – cuantitativos y cualitativos, esta realidad está derivando más 82,0% de los entrevistados no vacilan en señalar que Nicolás debería salir del poder este año a través de cualquier mecanismo constitucional. Haciendo una abstracción de nuestras investigaciones de opinión, las derivaciones hacen llegar a inmediatas conclusiones, Nicolás perdió la calle, la popularidad, de acuerdo a nuestros números, está un poco por encima de 11,1% puntos, es irreversible el cambio, se perdió la magia revolucionaria que los atornillo durante 20 años en el poder central, emergió el desamor hacia un proyecto político que ilusiono pero no concreto los sueños de los que aspiraban un mejor país, es casi imposible llegar al final de una gestión con una opinión nacional en contra, el tiempo se le agotó a la Socialismo del siglo XXI, sólo queda el delirio de mantener una revolución a la fuerza.
En síntesis, ¿Cuál es la realidad de la revolución bolivariana? La unidad Chavista esta fracturada, existe un divorcio afectivo entre sus jerarcas. El “Madurismo” que emerge es perdedor, fracasado y con fama de ineficiente, corrupto y fatigado. Estamos viendo un proyecto revolucionario en decadencia, ya es un proceso del pesado, con un líder preso en su propio laberinto, pero con una inventiva peligrosa por su desesperación de mantenerse en el poder.
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