“Nos ha llegado la información que están negociando el Esequibo a cambio de apoyo político” denunció esta semana el usurpador de Miraflores, Nicolás Maduro en referencia al gobierno de transición. Es cierto que el dictador no merece ni una respuesta, pero frente a tanta desvergüenza un ejercicio de refrescamiento de memoria es necesario. Si alguien sabe de negociados y pactos contra la república es precisamente Maduro, quien antes de usurpar el poder fue canciller del régimen chavista durante seis años. No queda dudas que cuando pronunciaba esas palabras no hacía más que describir lo que él y su régimen han hecho durante más de veinte años: traicionar los intereses del país para mantenerse en el poder. Son como el cuento del delincuente que al robar se mete entre la muchedumbre para escabullirse y grita “allá va el ladrón, allá va el ladrón, atrápenlo”.
Si de traidores a la patria se trata, no hay más traidores que ustedes. Al punto que de la llamada “patria” poco queda, porque hasta la libertad nos han hipotecado. Fue precisamente el fallecido Hugo Chávez Frías quien le prometió al Caribe abandonar la reclamación internacional venezolana sobre El Esequibo
a cambio de apoyo político en la Organización de Estados Americanos y en la ONU, además de hacerse la vista gorda de las explotaciones autorizadas por Guyana en el territorio en reclamación. Ni durante la democracia ni durante los regímenes militares del comienzo del siglo XX nadie se atrevió a tanto por tan poco, una mano levantada a cambio de 159.000 kilómetros cuadrados ricos en recursos naturales.
En derecho internacional el silencio habla y mucho, sobre todo en el contexto de una disputa territorial, pero aún más las acciones, por más insignificantes que parezcan. Hay que recordar por ejemplo cuando el sátrapa de Miraflores mostró mapas de Venezuela sin el Esequibo, algo que ni en las escuelas antes era permitido, cuesta creer que a ese nivel hayan ese tipo de “errores”, mucho menos viniendo de quienes viene. El plan de entrega y mutilación de nuestro territorio no es más que la aplicación del proyecto Castrista contra Venezuela, un proyecto que, por cierto, nunca ocultó el régimen cubano. Por ejemplo, Fidel Castro siempre tildó a Venezuela de “expansionista” frente a su legítima reclamación del territorio del Esequibo y de eso hay registros públicos en la prensa, no es nada descabellado que una de las primeras cosas que hizo al meter las manos en nuestro país haya sido despojarnos de lo nuestro.
En las escuelas siempre veíamos nuestro mapa como un gran elefante de pie cuyas dos patas eran El Esequibo y el Amazonas. El Madurismo nos ha dejado cojeando de una pata y amenaza gravemente la otra. Quienes ayer entregaron el Esequibo hoy le dan en bandeja de plata el sur de Venezuela a grupos narcoterroristas. Nunca antes nuestra existencia y la de nuestras generaciones estuvo tan amenazada, somos lo más cercano a un expaís que una vez estuvo de pie al norte del sur y que hoy es mutilado, saqueado y arruinado por una mafia delincuencial. Se equivocan quienes piensan que pueden ser simples testigos del derrumbe de Venezuela y sobrevivir, si no actúan rápido terminarán con nosotros debajo de los escombros. Es la hora de actuar.