Indudablemente Venezuela ha estado dirigida por un régimen traidor a los principales intereses del país. La lista es enorme, pero el ejemplo de Guyana está a la vista. El señor Chávez no solamente fue negligente en mantener y avanzar en el interés de rescatar nuestra zona en reclamación, más que eso, fue entreguista y desdibujo la histórica posición venezolana para conseguir el apoyo del CARICON, de acuerdo a la manipulación cubana. Pero no hay secretos eternos. Todo se sabe. Veinte años de socialismo del siglo XXI han sido más que suficientes para que estemos a punto de perder definitivamente la reclamación. Quizás podamos evitarlo con un radical cambio de régimen que permita colocar los intereses nacionales más allá de los que animan a Cuba y otros países influenciados por similares propósitos. Cada día que pasa, se reducen nuestras posibilidades.
Lo insólito es que, tanto Maduro como quien se desempeña como Fiscal General, acusan a Guaidó y a otros compatriotas de “traición a la patria” y ordenan abrirles el correspondiente proceso judicial como supuestos cómplices protagónicos de la entrega de la zona en reclamación. Se trata de una infamia más en este despelote institucional al que todavía está condenada la República.
Para los observadores imparciales del mundo es increíble que lo descrito suceda, cuando el país está invadido militar y políticamente por los cubanos y para nadie son un secreto las complicidades con el narcotráfico, el terrorismo y ahora la estimulada presencia de los disidentes de las FARC, de los elenos y otros grupos subversivos amparados desde las alturas. Ningún oficialista, ni del gobierno, ni de los sospechosos sectores “opositores” electoralistas, ha fijado posición sobre estos puntos fundamentales para la normalización de la vida nacional.
No hay dudas sobre la veracidad de todo lo afirmado en esta nota. Al contrario, en tan reducido espacio es imposible describir lo que sucede en todos sus alcances. Progresivamente el país continuará enterándose de todo.
La corrompida incompetencia de las cabezas del régimen es del dominio público. Pronto tendrán que rendir cuentas de cuanto han hecho. No me refiero a retaliaciones concretas, ni a persecuciones con el ánimo de dañar o de cobrar deudas pendientes. Se trata de la justicia que debe acompañar cualquier perdón responsable.
Por otra parte, los demócratas auténticos tenemos varias asignaturas pendientes con relación a la práctica política, el funcionamiento de los partidos y los fines de la democracia. Repito algo que escribí hace más de diez años, pero que mantiene plena vigencia: “Pretender que en nombre de la unidad opositora se toleren conductas reprochables y errores graves de conducción es hacernos cómplices…” Tenemos la obligación de honrar nuestras convicciones y trayectorias.