Era el año 2001 y la NASA llevaba adelante la tercera expedición humana a la Estación Espacial Internacional (EEI), todavía joven e incompleta, ya que su primer módulo se lanzó en 1998.
Por Infobae
En la Tierra, el 11 de septiembre a las 8.46 de Nueva York, comenzaban los ataques terroristas con aviones de la organización criminal Al-Qaeda dirigidos a las Torres Gemelas del World Trade Center, y también al emblemático edificio del ejército estadounidense, el Pentágono en Washington.
Todos los estadounidenses que estaban en la Tierra miraban horrorizados lo que sucedía en su país. Y miles neoyorquinos lo sufrían en carne propia. Pero había un estadounidense a 400 kilómetros de la Tierra que habitaba la EEI y tuvo una vista única del horror que sucedía ese día.
Se trataba del astronauta Frank Culbertson Jr., que estaba dentro del módulo espacial que tenía sólo 3 años de existencia (comenzó a construirse en 2008). “Nos levantamos temprano. Ese día nos tocaba realizar unos estudios médicos de rutina. Luego, como siempre, llamé a la Tierra para recibir las novedades del día y pregunté cómo estaba todo. Me contestaron: Hoy no estamos teniendo un buen día“, dijo Culberston, que compartía la misión espacial con los cosmonautas rusos Vladimir Dezhurov y Mikhail Turin.
“No sabía lo que pasaba bien y comenzaron a describirme lo que sucedía. Los ataques al World Trade Center, el ataque en avión al Pentágono. Me avisaron que otro avión se estrellaba en Pensilvania. Era todo una locura”, describió.
Y agregó: “Tomé mi cámara y la apunté a la ventana que teníamos. El clima era bueno y estaba muy claro todo. Pude ver el Word Trade Center y una enorme columna de humo que provenía de la ciudad. Hice zoom y pude observar las largas columnas de humo que provenían desde Manhattan. Pudimos ver cómo se desmoronaba la segunda torre”.
“No sabía exactamente lo que estaba sucediendo, pero sabía que era algo realmente malo porque había una gran nube de escombros cubriendo Manhattan”, afirmó Culbertson, un capitán retirado de la Marina de los EEUU., que estaba al mando de la misión Expedition 3 de la NASA.
Incendios y colapso desde el espacio
“Puedo ver la ciudad de Nueva York y el humo de los incendios. Pienso en todas las personas que están allí y luego observo la costa este a ver si puedo descubrir algo más. No es un buen sentimiento el que uno tiene cuando no podés estar con los tuyos, a quien querés y ellos no están seguros. Pero NASA permitió poder llamar a mi esposa y saber que ella y mis hijos estaban bien”, precisó el astronauta años después.
“Fue entonces cuando realmente todo se volvió doloroso porque fue como ver una herida en el lado de mi país, de mi familia, de mis amigos”, se horrorizó.
“Mis compañeros de tripulación fueron geniales. Saben que ha sido un día difícil para mí y para la gente en el terreno, y han tratado de ser lo más amables y serviciales posible. Turin incluso me preparó mi sopa Borscht favorita para la cena”, escribió Culbertson en una carta publicada el día después de los ataques.
“La sensación más abrumadora de estar donde estoy es de aislamiento“, escribió Culbertson. “Yo debería estar allí con todos ustedes, lidiar con esto, ayudar de alguna manera”, se lamentó.
Culbertson dijo que comprendió desde el principio que los ataques cambiarían la historia. “Sé que estamos en el umbral (o más allá) de un cambio terrible en la historia del mundo. Muchas cosas nunca volverán a ser lo mismo después del 11 de septiembre de 2001. No solo para las miles y miles de personas directamente afectadas por estos horrendos actos de terrorismo, sino probablemente para todos nosotros. Nos sentiremos de manera diferente por docenas de cosas, incluyendo probablemente la exploración espacial, desafortunadamente”, agregó.
El astronauta se enteró ese día que su amigo y compañero de clase de la Academia Naval de los Estados Unidos, Charles “Chic” Burlingame, era el piloto del vuelo 77 de American Airlines, que golpeó el Pentágono.
“Qué terrible pérdida, pero estoy seguro de que Chic luchó valientemente hasta el final. “Las lágrimas no fluyen igual en el espacio“, describió Culbertson.
A pesar de la dificultad emocional, Culbertson cumplió con éxito el resto de su misión. Después de pasar 129 días en el espacio, aterrizó el 17 de diciembre de 2001 a bordo del transbordador espacial Endeavour.
Culbertson ahora está retirado de la NASA y se desempeña como vicepresidente senior de programas de vuelos espaciales humanos en la compañía comercial de vuelos espaciales Orbital Sciences.
Culbertson remarcó que espera que el país no olvide los ataques o las lecciones que enseñaron. “Creo que es importante que las personas continúen aprendiendo las lecciones de esto y se aseguren de que, de hecho, nos estamos convirtiendo en un país mejor, no retrocediendo o volviéndose hacia adentro, o transformándonos en una sociedad que ganamos” No se enorgullezca de transmitir a nuestros nietos y bisnietos “, concluyó Culbertson.