Inició Maduro sus juegos de guerra con gran despliegue propagandístico y declaraciones amenazantes y fuera de tono. Se convoca al SECODENA, para desde esa instancia, prácticamente, declarar una amenaza militar colombiana inminente contra el país. Los voceros políticos del madurismo, que se supone están autorizados para hablar de este tema tan delicado, dicen barbaridades: “los barreremos en segundos”, “plantaremos nuestra bandera en Colombia, Aruba, Curazao”; otro alto dirigente del grupo de cinco que manejan el país, amenaza a la oposición y promete que “los vamos a joder”.
La extrema derecha colombiana, el uribismo, Duque, los paramilitares y el Comando Sur norteamericano no salen de su asombro: van a ver realizado su sueño de desenlace violento en Venezuela. Por fin darán rienda suelta a su Plan Colombia y sus preparativos de años para buscar una confrontación militar contra nuestro país. El gobierno colombiano, sin mucha alharaca, ni aspaviento militarista, ya tiene sus tropas acuarteladas, han hecho sus aprestos militares, están bien equipados y entrenados en combate real, en más de 50 años de guerra en su propio país.
Ya los Estados Unidos, por intermedio de Elliot Abrams, ha fijado de manera clara su posición al respecto: “si hay un ataque en la frontera, nosotros apoyaremos a Colombia”. Por otro lado, los autoproclamados de la extrema derecha venezolana piden la activación del TIAR, previamente aprobado, de manera ilegal e irresponsable, por los diputados de derecha, de lo que queda de la Asamblea Nacional.
El autoproclamado guaidó y sus secuaces, piden a gritos una intervención militar, invocan la presencia de “grupos terroristas”, sus voceros claman porque se active cualquiera cosa: el TIAR, la OEA, la OTAN, quien sea, a ellos no les importa lo que suceda con nuestro pueblo, ellos quieren el poder.
¿Es que nadie en el gobierno se da cuenta, en su soberbia y desesperación, que van a abrir la puerta del infierno para nuestro pueblo; que están dando la excusa perfecta para que todas las fuerzas militares y paramilitares extranjeras entren a nuestro país, en una intervención militar donde actuarán de manera conjunta Colombia, EEUU y Brasil? No se dan cuenta que el discurso guerrerista de maduro y los suyos, los ejercicios militares y las promesas de arrasar a Colombia o Bogotá, colocan a nuestro país como el agresor, que eso permitirá que la comunidad internacional, sobre todo en nuestra región con el Grupo de Lima, activen cualquier iniciativa diplomática para intervenir, y que por eso activan el TIAR?
¿Es que acaso el gobierno cree que será una acción militar limitada, un juego de guerra que luego van a poder detener? Se ponen a jugar en un territorio, la frontera, plagado de paramilitares y grupos insurgentes, donde cualquier incidente puede aflorar y desencadenar cualquier acción bélica que implique una escalada militar.
maduro y su cúpula militar están desvinculados de la realidad. Quién va a ir a la guerra con semejante “comandante en jefe”. Ni maduro, ni nadie en el madurismo tiene ni la capacidad ni el liderazgo para afrontar con éxito un escenario de guerra, el peor posible, en nuestro país. ¿Con qué pueblo, con qué economía, con cuáles capacidades hará frente el gobierno a este hipotético escenario?
Si han destrozado la economía, no hay comida, ni medicamentos, si han salido del país 4,3 millones de venezolanos, PDVSA no puede sostener los ingresos que requiere un esfuerzo bélico, si ni siquiera hay combustibles, ni gasolina, ni diésel, ni gas, ni electricidad, tampoco hay agua, ni transporte, ni comunicaciones; si no es posible viajar de un extremo a otro del territorio; si nos tienen en este caos de desmoralización y desmovilización nacional, ¿van a pedir ahora que vayamos a la guerra? ¿van a morir los jóvenes venezolanos en el campo de batalla por maduro?
No. Los llamados a guerra con Colombia, los juegos de guerra de maduro y los llamados a una intervención de guaidó, son una insensatez, una irresponsabilidad. Prefieren quemar el país antes de hacerse a un lado y permitir que una Junta Patriótica de Gobierno asuma la conducción de la Patria, la fortalezca, restablezca su unidad nacional, su funcionamiento colectivo, su espíritu y fuerza patria, sus valores y capacidades.
Nosotros juntos, los chavistas, patriotas, los bolivarianos, los honestos, los que aman a su patria, los opositores que estén dispuestos a dejar a un lado el odio y la intolerancia en favor del futuro de nuestro país, tenemos que decir NO a la guerra, ni contra Colombia, ni contra nadie. Nuestra Doctrina Militar Bolivariana no contempla la guerra de agresión. La guerra es el último recurso para defender la Patria. Las armas de la República deben garantizar nuestra soberanía, integridad territorial, nuestra Constitución y garantías sociales. Las armas de la República, y nuestros soldados, no deben ser empleados en ninguna aventura, ni para amenazar a otro país, ni para perpetuar en el poder a maduro, ni a nadie que atente contra el orden constitucional, ni los supremos intereses de la Patria.
El alto mando militar tiene en sus manos la altísima responsabilidad de evitar ser utilizados para agredir a otro país, o para someter a nuestro pueblo. Deben, al contrario, ser garantes de nuestros preceptos constitucionales.
Mientras maduro los utilice para sostenerse en el poder, destrozar nuestra economía, entregar nuestros recursos, enriquecer a su entorno, reprimir al pueblo, violar la Constitución, torturar y provocar o incitar a una guerra, los está haciendo violar su juramento y su razón de ser. Mientras guaidó los llame a violar la Constitución y permitir una intervención militar en nuestro país, los está invitando a traicionar a la Patria.
Soldados de la Patria, oficiales y tropa: la Soberanía reside en el pueblo y ustedes tienen que garantizar que el pueblo, sujeto de nuestra historia, pueda decidir su propio destino, el futuro de la Patria. No permitan que los farsantes, de un lado o del otro, ni maduro, ni guaidó, los utilicen para ir a la guerra contra el hermano pueblo de Colombia.
El pueblo colombiano, sus dirigentes populares, progresistas, tienen que levantar la voz en contra de la guerra. Denunciar las verdaderas intenciones del uribismo y de Duque, que han prestado su territorio para provocaciones de todo tipo y están deseosos de arrastrar al pueblo colombiano a una guerra de grandes proporciones contra el pueblo venezolano. Dirigentes como Gustavo Petro y otros tantos deben pronunciarse y movilizarse a favor de la paz.
Deberíamos constituir un Comité de Paz entre Colombia y Venezuela donde participemos todos los que amamos a nuestros pueblos y nos vemos como hermanos, hijos de Bolívar.
Ya no se trata solo de retomar la senda de la Paz y los compromisos alcanzados por el gobierno de Santos con las FARC, en el Acuerdo de Paz firmado en el 2016, sino de exigir que se cumplan los acuerdos, que cese el asesinato de dirigentes populares, campesinos y ex combatientes de las FARC, no permitir que la guerra se vuelva a instalar en la cotidianidad y psiquis de la sociedad colombiana, no permitir que la extrema derecha colombiana arrastre a su país a una guerra con Venezuela.
La Organización de las Naciones Unidas debe estar atenta y hacer seguimiento a la situación planteada. El Secretario General Antonio Guterres y el Consejo de Seguridad, deberían prestar atención a esta situación, la primera en muchos años, que realmente pone en peligro la paz y la seguridad de la región. Deben respetarse los principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas, evitar la injerencia extranjera, respetar la soberanía y evitar la guerra entre los pueblos.
Si al final de esta locura, si por culpa de la irresponsabilidad de estos farsantes, nuestra patria es agredida y la bota extranjera horada el suelo patrio, tendremos que defenderla y expulsar al invasor, pero eso no será con ninguno de estos “comandantes en jefe”: ni maduro, ni el autoproclamado guaidó.
Tenemos que restablecer la Constitución, y llamar a una Junta Patriótica de Gobierno, capaz de conducir a todo el país, no a una mitad ni a la otra, sino a todo el país, en esta circunstancia, donde la Patria, debilitada como nunca, está amenazada por factores internos y externos que nos amenazan con una guerra. Es hora que el pueblo tenga la palabra. ¡No a la guerra!