El 3 de septiembre en horas de la tarde la rutina imperante en los calabozos de la Zona 7 de la PNB se rompió. Un grupo de presos tomó las instalaciones y protagonizó un motín en el que dos de los internos resultaron muertos, uno de ellos fue decapitado.
Por CARLOS D’ HOY / eluniversal.com
Una semana más tarde otro hecho rompió la frágil tranquilidad de Boleíta, al menos 30 presos lograron burlar la seguridad y se escaparon, dos de ellos resultaron muertos al enfrentarse a comisiones que los buscaban.
Cuatro reclusos muertos en una semana se sumaron a una lista que ha permanecido oculta, la de los presos fallecidos de manera violenta en el Centro de Resguardo y Control de Detenidos de Boleíta, popularmente conocido como la Zona 7 de la PNB, cifra que de acuerdo a datos recopilados por el Monitor de Víctimas asciende al menos a 12 asesinatos entre mayo 2017 y agosto del 2019.
El perfil de un muerto
Las víctimas que perdieron la vida en los calabozos de la Zona 7, tienen el perfil típico de quienes se encuentran presos. Se trata de hombres morenos con edades comprendidas entre 20 y 39 años, en su mayoría con estudios incompletos de primaria, residenciados en las zonas populares de Caracas. Los familiares de las víctimas indicaron que los fallecidos dejan 10 hijos menores de 18 años de edad, mientras que 13 personas dependían económicamente de ellos.
Fuerza bruta
La mayoría de las muertes ocurridas en los calabozos de la PNB de Boleíta fueron producto del uso de la fuerza física, golpes y estrangulamiento, en dos de los casos el deceso fue provocado por el uso de armas blancas. Al menos dos de las víctimas murieron por heridas provocadas por armas de fuego.
Muertes que no se investigan
Las víctimas fallecidas en este recinto fueron en su mayoría por riñas, según los parientes. Sin embargo, al menos en dos casos, familiares de los presos denunciaron que los detenidos fueron asesinados por funcionarios policiales como consecuencia de venganzas.
Una de las víctimas, Yorman Borges, murió a manos de funcionarios de las FAES. Su delito fue tener una relación sentimental con la pareja de un uniformado. La venganza fue fatal. Fue detenido y presuntamente asesinado en una de las celdas, los reclusos que estaban junto a él fueron obligados a abandonar el lugar mientras llegaban los funcionarios policiales, luego su cuerpo fue trasladado.Pero la venganza no se quedó allí, semanas más tarde el hijo de Yorman Borges tuvo que emigrar del país.
“Lo estaban buscando los mismos funcionarios que asesinaron a su papá, para matarlo porque los habíamos denunciado ante la Fiscalía, así que agarré el poco dinero que pude reunir y lo mandé para afuera. Cuando se fue, decidimos olvidarlo todo, dejar las cosas como estaban, por el bien de mis hijas que quedaron acá”, señaló Yoli Guédez (nombre ficticio) al ser consultada sobre el caso.
Las cárceles olvidadas
Al ser consultado al respecto, Carlos Nieto Palma, coordinador de la ONG Una Ventana a la Libertad destacó que el centro de detención de la Zona 7 es “el más violento de Caracas y uno de los más hacinados”.
Destacó que el centro fue diseñado para una población de aproximadamente 150 presos quienes permanecerían un máximo de 72 horas en esas celdas y hoy en día tiene más de mil detenidos muchos de los cuales tienen años encerrados en sus espacios, sin cocinas, sin baños adecuados, sin alimentación garantizada, lo que hace que las condiciones de vida sean infrahumanas.
Hambre y enfermedades
Nieto recordó que además del flagelo de la violencia, “el hambre y las enfermedades son las causantes de la gran mayoría de las muertes que ocurren en estos centros policiales”.
Aseguró que se trata de un subregistro, “cifras negras que no se llevan, presos que mueren de hambre, de tuberculosis, de Sida, seres humanos que son trasladados agonizantes a los hospitales donde mueren olvidados y abandonados, hoy la violencia es superada por desidia y la pobreza”. Familiares de los detenidos que protestaban el pasado 4 de septiembre en la Zona 7 reportaron “al menos 20 muchachos muertos por hambre y enfermedades”.