Al menos 48 personas murieron este martes en dos atentados suicidas en Afganistán, uno de ellos perpetrado cerca de un mitin del presidente Ashraf Ghani y otro en Kabul, ambos reivindicados por los talibanes, que consideran ilegítima la próxima elección presidencial del 28 de septiembre.
En el primer atentado, perpetrado por un kamikaze en moto en Sharikar, en la provincia de Parwan, a una hora de carretera de la capital, murieron “26 personas y hubo 42 heridos”, según un portavoz del ministerio del Interior, Nasrat Rahimi. Entre las víctimas hay mujeres y niños, según fuentes médicas.
Según Wahida Shahkar, una portavoz de la provincia, “la explosión tuvo lugar cuando el señor Ghani se dirigía a sus partidarios”.
El presidente afgano “está sano y salvo”, agregó, y explicó que nadie de su equipo se vio afectado.
Advertencia de los talibanes
Otro atentado suicida se produjo una hora más tarde en el centro de Kabul, cerca de la embajada estadounidense y del lugar de otro atentado reivindicado por los talibanes el pasado 5 de septiembre, que dejó 12 muertos.
“Veintidós personas, entre ellas seis miembros de las fuerzas de seguridad, murieron, y otras 38 resultaron heridas en este atentado terrorista”, explicó el ministerio del Interior en un comunicado.
Los talibanes, en su reivindicación de los dos ataques, recordaron que habían advertido a la población de que no participara en los mítines electorales con vistas a la elección presidencial del 28 de septiembre.
“Lo habíamos avisado. Si ahora sufren bajas es su responsabilidad”, señalaron en un comunicado.
El ataque de Parwan ha sido el más sangriento desde que comenzó la campaña electoral a finales de julio. Aquel día, un atentado contra las oficinas de un partido político próximo a Ghani dejó un saldo de 20 muertos.
No al diálogo con Kabul
Los talibanes anunciaron a principios de la campaña electoral que harían todo lo posible para perturbar las elecciones. Los insurgentes no reconocen ninguna legitimidad a las autoridades afganas de Kabul, con las cuales han rechazado siempre cualquier tipo de diálogo.
Expertos y observadores coinciden en que existe un alto riesgo de que la violencia aumente debido a la reciente decisión del presidente estadounidense, Donald Trump, de cortar sus negociaciones con los talibanes para una retirada progresiva de sus fuerzas, después de que un soldado norteamericano muriera en un atentado en Kabul el 5 de septiembre.
El acuerdo negociado entre los talibanes y Estados Unidos preveía el inicio de la retirada de las tropas estadounidenses a cambio de garantías antiterroristas, una “reducción de la violencia” y negociaciones directas de paz de los insurgentes con Kabul.
Durante las negociaciones con los insurgentes, el gobierno estadounidense se había mostrado discreto en su condena a los ataques, pero este martes el secretario de Estado Mike Pompeo acusó a los talibanes de “demostrar su flagrante desprecio por el pueblo y las instituciones” de su país.
“Para que los afganos puedan realmente reconciliarse, los talibanes deben empezar a demostrar un verdadero compromiso con la paz, en lugar de seguir en la vía de la violencia y la destrucción”, insistió en un comunicado.
El ejército de Estados Unidos está presente desde 2001 en Afganistán, cuando expulsó del poder a los talibanes. Actualmente, hay unos 13.000 soldados estadounidenses desplegados en este país.
AFP