Luis Barragán: Diente roto y poder

Luis Barragán: Diente roto y poder

Luis Barragán @LuisBarraganJ

 

Inevitable, la parte más interesante de todo seminario, coloquio o foro, nos remite a la libre formulación de preguntas al panel. Ocurrió también con el capítulo inicial del IV Seminario Nacional de Cultura, recientemente celebrado en la UCV, importante y excepcional evento en los tiempos que corren.

Surgió aquello escolarmente consabido del diente roto de Paúl que Pedro Emilio Coll, no por casualidad, presidente del Congreso en uno de los momentos de la larga dictadura gomecista, convirtió en la mejor radiografía del poder que se aspira o se ejerce en Venezuela. Sobre todo, porque en los periodos dispuestos a la transición política, emergen voces que confunden, impresionantemente silenciosas, insustancialmente protagónicas, pero con una extraordinaria capacidad trepadora.





El asunto que tanta tela nos da para cortar, por lo que se refiere al sagaz oportunismo, a la improvisación descarada o a la ligereza que se tiene por profundidad, nos lleva a un par de sentencias populares que muy bien dibujan la situación actual: no todo lo que brilla es oro y, faltando poco, del agua mansa líbranos Dios. No obstante, respecto al citado seminario, permitió airear una hipótesis personal de trabajo.

En efecto, creemos que Gómez decapitó la por entonces élite política de la oposición a tal punto que la vació de los propios planteamientos que nos domiciliaran en el siglo XX. Al morir el de La Muleta, muy jóvenes todavía aquellos que se les rebelaron, comenzaron a andar un camino que tuvo, por ejemplo, inspiración en la reflexión de Picón-Salas.

Salvando las distancias, Chávez Frías acabó con la llamada clase política de la oposición, finalmente desbrujulada en torno a la misma propuesta alternativa de país que necesita colocarse en el XXI. E, incluso, de las más variadas edades, se asoma un liderazgo que urge de la universidad para actualizar sus afanes: el problema está en los dientes rotos que están en el poder o entre los que lo aspiran, haciéndose – fallo complementario – los “mosquitas muertas”.